Javier Castillo (Málaga, 1987) saltó a la fama por El día que se perdió la cordura,El día que se perdió la cordura su primera novela, que se convirtió en un fenómeno editorial. Fue traducida a 10 idiomas y publicada en más de 63 países. Posteriormente publicó El día que se perdió el amor, Todo lo que sucedió con Miranda Huff y La chica de nieve. Con ellas ha superado el millón de ejemplares vendidos.
Publica ahora El juego del alma El juego del alma(Suma), novela de suspense que tiene de nuevo como protagonista a Miren Triggs, una periodista de investigación traumatizada por una violación juvenil. Tras resolver con éxito la desaparición de una niña, recibe de manera inesperada la fotografía polaroid de otra adolescente amordazada y maniatada con una sola anotación: «Gina Pebbles, 2002».
Pregunta: De nuevo una menor desaparecida.
Respuesta: Miren tiene un trastero lleno de expedientes de chicas desaparecidas. El de Gina es un caso que investigó en su momento y del que no consiguió nada. Ahora le explota en las manos. Miren es una persona rota, perdida, que siente que buscando se encuentra a ella misma. Intenta llenar ese hueco embarcándose en esas búsquedas.
P: Es una valiente.
R: Es una mujer muy poderosa, sobre todo a raíz de ese desapego que siente por todo como consecuencia de la violación que sufrió. Todo lo afronta con agresividad y ausencia de miedo.
P: Y pone en juego su alma, de ahí el título.
R: Va a por todas. El juego para ella es importante. Le ayuda enfrentarse a esa renuncia de sí misma que le ayudará a reconstruirse. No solo quiere encontrar a Gina sino a ella misma. Renuncia a todo por encontrar la verdad.
P: El lector quiere que pare, pero ella sigue.
R: Ella misma lo admite al principio de la novela: no tenía que haber arriesgado tanto. Sabe que va de cabeza a su perdición, pero esa perdición la cambia para siempre.
P: Descubre que sus propias heridas le hacen ser como es.
P: Ella piensa que está rota, que no puede ser como todo el mundo, pero al final descubre que ama su forma de ser y decide afrontar su vida de esa manera.
P: La narradora es ella, pero tú eres el autor.
R: Me gusta mucho escribir desde un personaje femenino. Ya hice pruebas en anteriores novelas. Me gusta mucho el juego psicológico que te permite el personaje femenino, la emotividad que lo inunda todo. Te permite tocar temas, heridas y emociones que son menos creíbles en un personaje masculino. Aporta mayor sutileza al dolor, a los miedos que siente una mujer cuando camina sola por la calle. Aunque haya hombres muy emotivos (como yo, que soy una persona muy sentimental), la mayoría de veces no quedan muy creíbles.
P: ¿Y dónde buscas referentes femeninos?
R: Hablando con mi mujer (la también escritora e influencer Verónica Díaz), con mis amigas, leyendo mucho sobre personajes femeninos narrados en primera persona. Y haciendo equilibrios, que la narración quede realista sin ser yo una mujer. Sé lo que les inquieta pero no me enfrento a su día a día. Hay mucha prueba y error, escritura y reescritura, hasta que encuentras el punto emocional adecuado.
P: Hay otra mujer, la madre de Miren, su anclaje en el mundo.
R: Es una persona muy conectada con el día a día, adora a su hija, teme que esté lejos, pero a la vez es su consejera. Con su madre, Miren se siente segura, se trasporta a una época anterior a la violación. Le ayuda a conectarse con las cosas importantes.
P: Es la infancia. Cuando quema su coche, el propio olor a gasolina le recuerda a su padre.
R: Se siente ella misma. La infancia forma parte de cómo somos, es el escudo que levantamos cuando queremos volver a lo que nos hace felices. Cuando uno vuelve de mayor al sitio donde veraneaba de pequeño sigue sintiendo la misma emoción.
P: La novela rezuma una visión muy crítica sobre periodismo actual.
R: Creo que nunca ha habido mayor desapego, polarización y sesgo de la información. Me produce mucha inquietud tener que informarme en cinco periódicos. Hemos perdido grandes referentes. Dentro de la novela lo plasmo con esta frase: “La gente no estaba abandonando la prensa, sino dándole un toque de atención”. Y creo que es lo que está pasando. Hay un cambio de época por internet, pero también un desapego al no fiarte de lo que estás leyendo. Dudas que sea verdad.
P: Y sobredosis de política.
R: Lo inunda todo. Y es una realidad irrelevante para lo que de verdad importa. La política intenta empujar al mundo, pero el mundo va a otra velocidad.
P: También hay una crítica a la Iglesia en la novela.
R: Introducimos los pasajes más oscuros de la Biblia, hay mucho simbolismo religioso. Se critica esa historia continua de oscurantismo, pese a la otra faceta de la Iglesia de ayudar a los demás. La Iglesia tiene mucho que afrontar para modernizarse.
P: La novela está ambientada en la península de Rockaway, al sur de Queens (Nueva York). ¿La conocías?
R: Aunque sí he estado en la mayoría de los sitios sobre los que he escrito, en este no. Pero era una zona perfecta: cerca de Nueva York y a la vez muy distinta, muy desangelada, desoladora. Funcionaba muy bien para el tono de la novela, ideal para un enigma: el océano lo invade todo, un erial plagado de descampados y naves abandonadas llenas de grafitis.
P: Sin embargo no he encontrado en el mapa el Instituto Mallow (donde estudian dos de las desaparecidas).
R: Porque no existe. Eso sí es inventado, porque cuando empiezas a meter casos problemáticos no puede ser real. Sí digo que está en Queens, donde hay ochenta institutos en total.
P: ¿Por qué ambientarla en Estados Unidos y no en España?
R: Escribo para un público muy internacional. Cuando en la anterior novela (La chica de nieve) toqué el periodismo, no quería hacerlo en España, porque es un tema universal. El Manhattan Press sería el equivalente al New York Times, un periódico conocido por todo el mundo que busca la verdad. Además no necesitas describir mucho para ubicar Nueva York porque todo el mundo tiene una imagen de la ciudad. Si ubicas la trama en otro lugar, necesitas describirlo con detalle y eso frena el ritmo de la narración.
P: Empezaste a escribir durante la cuarentena. ¿Cómo lo recuerdas?
R: El inicio fue muy desesperante, desolador, como para todos. La chica de nieve La chica de nievesalió dos días antes del encierro. Fui el último escritor que publicó antes del Estado de Alarma. Cerraron las librerías y al principio no se hacían envíos de libros. Luego pasaron los días y descubrimos que la primera semana de ventas había sido histórica. Fue la novela más vendida del confinamiento. Tuve la suerte de acompañar a la gente en el momento más dramático. Tengo la sensación de haber recibido el mejor regalo de un escritor: permanecer en la memoria de los lectores en el confinamiento.
P: Unos meses en los que se leyó mucho.
R: Muchísimo. Nos pasó a todos. Yo leí más de lo habitual.
P: Vas a libro por año.
R: Tengo mi método de concentración y la suerte de venir del relato corto, así que muchos de mis relatos se pueden convertir en novelas. Tengo creatividad para generar historias y lugares, y facilidad para escribir tramas. No sé si lo conseguiré, pero intentaré seguir con este ritmo.
P: Pese a tus dos hijos pequeños (2 y 4 años).
R: (Se ríe) Durante la escritura de El juego del alma me acostaba a las 3 ó las 4 de la madrugada y los niños se levantan a las siete de la mañana. Fue excepcional. Generalmente escribo por la mañana, luego por la tarde estoy con los niños y el jaleo de casa y luego, cuando se duermen sobre las nueve, retomo la escritura.