Borja Milans del Bosch es Licenciado en Marketing y Gestión Empresarial por Crandon College (Madrid) y Bachelor of Science in Business Administration - Major in Marketing por City University, Seattle. Fue miembro de la Academia de Neurociencia y Educación (ANE). Acumula miles de horas de experiencia en intervenciones formativas y procesos de coaching ejecutivo, de equipos y personal. Es asesor financiero de familias en Banco Mediolanum.
Publica Ser ejemplo. Pequeños grandes líderes Ser ejemplo. Pequeños grandes líderes(EUNSA), donde plantea un nuevo concepto de liderazgo basado en el desarrollo personal desprendido de todo ego y asentado en la humildad. “Tener un brillo especial sin ser estrellas en nada”, resume.
Pregunta: Citas a Calderón de la Barca: “Ser más y parecer menos”.
Respuesta: Esa es la clave. Vivimos en un mundo en lo que hemos recibido de pequeños es este mensaje: “Tú di que eres capaz, aparenta que sabes”. Yo lo planteo al revés. Es importante que uno acumule experiencia y conocimiento, pero no para echárselo encima a la gente, sino para ponerlo a su disposición, a su servicio cuando haga falta.
P: En realidad es una cruzada contra “ser lo más”.
R: Exacto. Ser el más guapo, el que más sufre, el que peor lo pasa, el que más éxito tiene, etc. Al final son vidas rotas, porque viven en tensión. Quien no va por ese camino, sino simplemente se dedica a hacerlo todo lo mejor que puede, es una persona íntegra, a la que no le hace falta presumir, que es quien es: una persona con sus cualidades y defectos que se ofrece a los demás. Es gente auténtica y llana. La humildad es eso: descubrir y aceptar, y llevar a buena gala la verdad de ti mismo.
P: También lo peor de nosotros.
R: Si yo juego a ocultar lo que me desluce lo que hago es perder tiempo y capacidad de que sea vea en lo que soy bueno. Y si solo me centro en llevar lo bueno adelante, sin atender a lo malo, lo que hago es falsear lo que realmente soy. Yo soy Borja con todas mis cualidades y defectos. Y cuando me presento de una sola pieza me hago predecible, y eso permite que los demás sepan quién soy.
P: Te conviertes en un ejemplo, en un líder, pero diferente del líder que conocemos.
R: El líder que conocemos es de la escuela de negocios. Es un liderazgo muy de libro. Hay que preguntarse quién era antes el líder en la familia. Por ejemplo, un abuelo era líder por cómo le tendía la mano a quien estaba apurado, o cómo se acercaba a la otra persona. Este enfoque se centra en sacar lo mejor de nosotros, no lo más artificioso. Sacar lo mejor es sacar la verdad de ti. Ahora se dice mucho: “Tienes que ser tu mejor versión”. Pues no: lo mejor soy yo, en una verdad auténtica, con las cosas que también me ensombrecen.
P: Dices que es un líder que no destaca.
R: Es brillar sin ser una estrella. ¿Cuándo tienes un brillo especial? Cuando te abres a la gente, cuando llegas a un encuentro profesional y te sinceras: “Hoy estoy cansado porque ayer mis hijos estuvieron rebeldes”. No juegas a ser el directivo sin fisuras y eso puede inspirar a los de tu alrededor.
P: Un ejemplo
R: En el Mundial que ganó España esa persona era Pepe Reina. No jugó apenas, pero en los vestuarios era el fiestero, el que alegraba al resto del equipo. Esa persona es clave, en la familia, en las amistades, en la oficina. Hoy sin embargo el protagonista es que se viste de víctima y consigue captar la atención de los demás. Hay gente estupenda que va con su mejor sonrisa aunque lo esté pasando igual de mal: sacan un momento para una palabra agradable y una sonrisa.
P: "Bueno, en el buen sentido de la palabra", que diría Machado.
R: Un hombre bueno alude a la parte humana, pero también un buen hombre en lo que haces, en la parte técnica.
P: Al ego lo calificas de "constructo" y de "impostura”.
R: En el mundo de la autoayuda hay una expresión común: “Reinvéntate”. No, aquí no hay nada que reinventar. El ser humano está inventado. Yo lo que tengo que hacer es redescubrirme: aceptarme, saber quién soy, mis miserias, mis vergüenzas. Si tú te has aceptado en ese aspecto que conoces de ti mismo, aceptarás que el otro también tenga esas miserias. En nuestra sociedad, como estamos en tensión con nosotros mismos por no aceptarnos, acabamos proyectando esa tirantez hacia afuera. Por eso se estropean relaciones de socios, de compañeros de trabajo, de amigos y de matrimonio. Es un ejercicio de honestidad, que es la verdad con uno mismo. Salir de tu autoengaño.
P: Son palabras mayores.
R: Porque nadie se atreve a escribirlo con letras menores, con humildad. Cuando aceptas tu realidad, estás en paz. Y acabas proyectándolo hacia afuera.
P: Resume la técnica básica para lograr esto.
R: La sana reflexión en honestidad delante de ti mismo. Tú sabes cuando has estado acertado con un compañero de trabajo o un amigo o tu pareja. Lo sabes.
P: Recomiendas “pensar con el corazón”.
R: Nos metemos en una dinámica racionalista, de lógicas, de sensateces, pero construidas sobre creencias vitales incorporadas. El corazón es veraz por sí mismo. Si quieres hacer algo de verdad, hazlo con corazón. Cuando piensas con el corazón, pones lo mejor de ti. Levantas la moral de un compañero, aconsejas a tu amigo, a tu pareja. Entras en sintonía con el otro, y por eso haces las cosas con inteligencia. Es la mejor acción porque es sensata, no porque quieras acorralar al otro y salirte con la tuya.
P: Y llegamos a una nítida convicción en todo lo que hacemos.
R: Es “tu historia veraz”. Cuando haces algo volcado en tus capacidades y convencido de que estás construyendo algo, eres una locomotora que no se frena ante nada. Hay un deseo de amar, no sólo a la acción (el proceso), sino a ti mismo y los fines que persigues (para quién estás haciendo eso).
P: Dices: “Una buena manera de conocernos es desplegar un sentido de servicio a los demás”.
R: Aquí hago un símil: una herramienta (un destornillador, un alicate) nos es útil cuando nos sirve. Con el ser humano pasa al revés: cuando servimos a los demás nos convertimos en útiles. Y toda persona que busca autoestima lo que en realidad quiere es sentirse útil a los demás. Servir es estar a disposición de las necesidades del otro. En un equipo, es hacer lo tuyo y apoyar el trabajo del otro. Servir te permite comprender al otro, y medirte.
P: ¿Qué le dirías a alguien que estuviera a disgusto en una oficina?
R: Primero que intente sentirse bien consigo mismo, que evite el servilismo y que se ofrezca a colaborar en cualquier tarea para aportar algo, desde una palabra amable hasta su propio conocimiento. También hay gente en oficinas arrinconada por decisión propia: hay que abrirse a los demás con generosidad.
P: Siguiendo con este ejemplo: en el libro hablas de la paradoja del 10/100.
R: Si a la gente le preguntas si está dispuesta a recibir el 100 por 100 de trato respetuoso y que se valoren sus capacidades en el trabajo, te responderá que sí, lógicamente. Si hacemos la pregunta desde el otro lado, si están dispuestos a entregar el 100 por 100, la respuesta es que ya no tanto. Pues entonces deja de quejarte: la ecuación se desequilibra por personas como tú. Aquí nos ponemos delante de nosotros mismos. Cuando decimos “menudo ambiente hay en esta oficina” nos tenemos que responder: “y qué haces tú para cambiarlo”.
P: Y lo de la oficina se puede extrapolar a la casa.
R: El problema en las casas, en los matrimonios, las parejas y los amigos es que llegamos a ellos con una estrategia de ataque-defensa que traemos de la oficina. Cuando cenas con los tuyos, se ponen de manifiesto los protagonismos de cada cual: son trenes enfrentados. Descargamos en casa la agresividad que entrenamos en el trabajo.
P: Es algo que envenena nuestras relaciones.
R: Para mí hay tres venenos que la gente se autoinyecta: la soberbia, el rencor y el resentimiento. Por culpa de ellos pierdes la alegría. Pero por cada veneno hay tres antídotos: humildad, perdón y olvido.
P: Hay otro lugar común: la felicidad depende de uno mismo. Parece fácil decirlo.
R: Es fácil también hacer pero no nos han enseñado cómo. La realidad es que no podemos controlar nuestras vidas porque hay mil factores que nos afectan, que se escapan a nuestros cálculos. Pero hay algo que sí podemos gestionar, que es a nosotros mismos: en qué lugar interno me voy a colocar para enfrentarme a lo de alrededor. Si busco el equilibrio, me he conocido y aceptado, y a la vez intento superarme, entonces ya he tomado las riendas de mi vida. Tristemente estamos en una sociedad donde nos han enseñado a soltar lastre. Deberíamos pasar a la sociedad de sostener al de al lado, acompañar al que tiene dificultad, porque en cualquier momento yo puedo ser ese otro. Cuando en vez de soltar sostienes al otro te sale todo lo bueno que tienes dentro. Pero nos han enseñado a que lo único prioritario es uno mismo.
P: Estos "pequeños grandes líderes" son cada vez más necesarios, dices.
R: Todos buscamos referentes que nos inspiren, que nos estimulen a dar lo mejor desde nosotros mismos. Y cuesta encontrar estos referentes. Deberíamos hacer el viaje al revés, que es intentar ser yo mi propio referente, después de aceptarme con humildad y honestidad, y estar en disposición de ayudar en nuestros ambientes: en la familia, con los amigos y en el trabajo.