Nuccio Ordine (Diamante, Calabria, 1958) es profesor de Literatura italiana en la Universidad de Calabria y autor de diversos libros, varios de ellos sobre Giordano Bruno. Ha sido profesor visitante de centros como Yale, Paris IV-Sorbonne, CESR de Tours, IEA de París, el Warburg Institute o la Sociedad Max Planck de Berlín. Es también miembro del Harvard University Center for Italian Renaissance Studies, de la Fundación Alexander von Humboldt y caballero de la Legión de Honor francesa en 2002. Acaba de ser premiado por el Museo Liceo Egipcio de León junto a Noam Chomsky.
En la editorial Acantilado ha publicado La utilidad de lo inútil y Clásicos para la vida, sobre los que nos habla por videollamada desde el pueblo calabrés de Rende, al sur de Italia. Su autor cuenta en un perfecto y fluido castellano que está inmerso en la redacción de un libro sobre los cuentos entre el Trecento y el Seicento y que ha descubierto en ellos la función terapéutica de la risa, especialmente en el Decamerón de Giovanni Boccaccio, quien huye al campo desde una Florencia asolada por la peste (1348) para contar cosas cómicas y curar su espíritu.
Pregunta: Muy oportuno escribir de eso ahora.
Respuesta: Es pura casualidad.
P: En Clásicos para la vida, usted recuerda al profesor Louis Germain, que preparó de forma gratuita a su mejor y más pobre alumno para optar a una beca en un liceo de Argel. El pupilo se lo agradeció a su maestro treinta y tres años después, al recibir el Premio Nobel de Literatura: “Primero pensé en mi madre y luego en usted”, le escribió Albert Camus. ¿Son necesarios más que nunca profesores como Louis Germain?
R: Sí. Por ejemplo, ahora, con la experiencia de la pandemia hemos visto dos reacciones opuestas. Hay profesores y rectores que han dicho: “qué maravilla, la pandemia es una ocasión para comprender el futuro de la enseñanza, porque lo telemático es fundamental para trasmitir conocimiento”. Mi idea es opuesta a esta. Yo pienso que la única manera de enseñar es con la enseñanza presencial, porque la trasmisión del saber es algo que se hace en la comunidad; sin las relaciones entre estudiantes y estudiantes, entre profesores y estudiantes, entre profesores y profesores, no es posible trasmitir sabiduría. Digo eso porque hoy se piensa que una buena plataforma digital puede cambiar la vida de un estudiante. Es una mentira. No es posible. Sólo puede cambiarla un buen profesor.
El profesor Ordine hace un inciso aquí para hablar de sus maestros. "La historia de Camus resume muchas historias que no conocemos. Por ejemplo, la mía. Yo nací en un pequeño pueblo de Calabria que se llama Diamante, un pueblo que ni siquiera tenía un edificio para el colegio. Los primeros cuatro años de la escuela primaria, mi maestra habilitaba un espacio en su propia casa para dar clase. Después construyeron el edificio (donde ahora estudian mis sobrinos). Para mi, que nací en un pueblo pobre del sur, sin librerías, sin bibliotecas, sin teatros, sin nada, la escuela era la única oportunidad para cambiar la vida. Tuve profesores buenos, con un corazón muy grande. El encuentro con la escuela cambió mi vida. No era imaginable que un chico de seis años de pueblo pobre llegara a ser profesor universitario. Esto es un milagro de la escuela. Hay milagros como estos en todo el mundo: quizá en una cabaña de África o en un iglú en Groenlandia. Pero hoy todavía hay locos que piensan que los medios telemáticos te pueden cambiar la vida.
P: De un Premio Nobel a otro. De un Albert a otro. De Camus a Einstein. Recoge en Clásicos para la vida un fragmento de una reflexión del famoso físico sobre la educación: “La escuela debe siempre plantearse como objetivo que el joven salga de ella con una personalidad armónica y no como un especialista”. Y parece que ese ha sido su empeño reciente, sobre todo de su exitoso libro La utilidad de lo inútil (24 ediciones en España, publicado en 32 países).
R: Hoy hay un proceso muy peligroso en la educación, que mira al mercado como su estrella polar. Se piensa que la escuela tiene que ser un instrumento para responder a las exigencias del mercado. Eso es una locura. Si miramos solamente el mercado, pensando que la educación es básicamente un instrumento para encontrar un trabajo, para aprender una profesión, caeremos en un error muy grande. Si el mercado no pide saberes que no tienen aplicación práctica, estos saberes serán eliminados de los programas universitarios. ¿Para qué sirven el latín y el griego, la literatura, una poesía, los filosofía? ¿Para qué sirve las matemáticas? Las matemáticas, en su aplicación práctica, crean la inteligencia artificial. Pero hay matemáticos que piensan como los poetas, que no buscan la utilidad. Un teorema posee una belleza que no tiene una inmediata aplicación práctica. Einstein sabe bien que la ciencia vive con la creatividad, y es muy importante alimentarla con curiositas, con la fantasía, con la imaginación. Tú puedes aprender leyendo novelas, poesías, mirando cuadros, arte, escuchando música. Por eso hoy tenemos esta distinción: por un lado, los saberes injustamente inútiles porque no tiene aplicación práctica inmediata, y por otro los que se consideran importantes porque tiene una inmediata aplicación práctica.
Ordine recuerda aquí una conversación entre un científico y un político en una Comisión del Senado estadounidense. Un físico de Fermilab (uno de los mayores laboratorios de física de partículas) defendía la financiación de un proyecto cuando un senador demócrata le preguntó: “¿Para qué sirve esta experimento, es útil para proteger militarmente a Estados Unidos, es útil en nuestra competición frente a los rusos?” El físico respondió: “Estas investigaciones no son útiles para defender la patria, pero son útiles para hacer que la patria merezca ser defendida”. Ordine lo explica: “Si tu patria no tiene pensamiento, no tiene investigación, es una patria que no vale nada”.
Y sigue: “Todos los grandes descubrimientos e inventos de la historia de la ciencia parten de experimentos que originalmente no tenían aplicación práctica. Hoy tenemos el GPS, utilizado en móviles, en aviones, en barcos… Sin la teoría de la relatividad de Einstein sería impensable el GPS, pero cuando Einstein la desarrolló no imaginaba su uso en el móvil, ni siquiera en el GPS, Para él el problema era conocer el mundo, la naturaleza”.
P: A usted, que es profesor universitario y está rodeado de jóvenes, ¿qué opinión le merecen las redes sociales?
R: Son pura ilusión. Facebook, WhatsApp, Twitter, crean la ilusión de que puedes cultivar relaciones humanas, pero en verdad generan una nueva forma de soledad: con la creencia de que hablamos con los otros, estamos encerrados en nuestra casa veinticuatro horas. Y la pandemia nos ha enseñado esto. Una cosa es la necesidad: yo no puedo salir de mi casa porque hay una ley que no permite hacerlo, pero puedo hablar con mi madre a 100 kilómetros por videollamada. Esto es una excepción. Pero en la normalidad, esto no es una verdadera comunicación. La comunicación verdadera son las relaciones humanas físicas. El tacto es muy importante en las relaciones humanas, y estos medios no lo permiten: yo te puedo mirar y hablar pero no tocar. Tocar es muy importante. Hay mucha filosofía sobre este tema. El tacto es la verdadera relación humana: dos cuerpos que se tocan, dos cuerpos que se sienten a través de la piel, es como una energía que se traspasa. Por eso estoy muy preocupado. Esta soledad es peligrosa: anticipa un cambio antropológico en el futuro. La pandemia nos ha hecho comprender que tú puedes seguir encerrado en tu casa porque existe un Amazon que te envía el libro, un restaurante que te hace llegar la paella, el teletrabajo y la escuela digital. Eso sí, la vida llega a tu casa en forma de consumismo, sin una verdadera relación social.
P: ¿El tiempo dedicado a las redes se ha hurtado a la lectura?
R: Es un gran problema. Estos nuevos instrumentos digitales educan en la rapidez. Yo estoy mirando una cosa pero tengo un umbral de atención pequeño, de dos minutos como máximo. Enseguida cambio a otra cosa, como cuando hacemos zapping en la televisión. Por eso hoy los estudiantes tienen un umbral de atención muy bajo. Leer un texto de papel y en una pantalla son dos cosas diferentes. El nivel de concentración sobre la pantalla es menor que sobre el texto de papel. La pantalla tiene muchas distracciones, mensajes que salen, reclamos para ir a otras partes del texto. Esto es algo que los neurocientíficos están estudiando mucho ahora. Cuando yo empecé en la enseñanza hace 30 años, los estudiantes podían escuchar una hora tranquilamente al profesor. Ahora como mucho 15 ó 20 minutos. Pero la culpa no es de los estudiantes. Mi experiencia es que si los profesores trabajan mucho los estudiantes te siguen. Lo estudiantes reclaman valores.
P: ¿Qué consejo les daría a los estudiantes de bachillerato que tienen que elegir carrera?
R: El consejo es elegir no lo que te permite ganar más, sino lo que te interesa y apasiona. Por ejemplo, hoy hay muchos estudiantes que eligen la carrera de medicina porque el médico tiene el futuro económico asegurado, al igual que el ingeniero informático. Pues bien, me acuerdo que al final de en una de mis conferencias, una señora del público terminó emocionada y me dijo: “Profesor, estoy llorando porque he reconocido el gran error de mi vida: soy médica y gano mucho dinero, pero no tengo felicidad, porque todos los días me levanto para hacer cosas que no me interesan, que no me apasionan”. Es mejor hacer una cosa que te gusta. Por ejemplo, para mi trabajar no es trabajo, yo no puedo vivir sin mis libros (señala a la estantería). Si tengo vacaciones llevo siempre libros en mi maleta, porque no puedo imaginar unas vacaciones sin leer una novela, una poesía. Vacaciones significa solo no estar pendiente de terminar mis trabajos. Me permito lecturas solo para mi propio placer.
P: Pasemos a los más adultos. En la página dedicada a Las Cartas de Nicolás Maquiavelo, el secretario florentino refiere que sus días siempre acaban con la lectura de los clásicos, que “nutren la mente”: “Durante cuatro horas (de lectura nocturna) no siento pesar alguno”.
R: Es la idea del pan del pensamiento, que es una metáfora que han empleado García Lorca, Petrarca, Víctor Hugo y también Maquiavelo: no se necesita solamente el pan para alimentar el cuerpo, también el pan del espíritu. Es un error pensar que solo en necesario el pan del cuerpo. Durante la pandemia hay que mantener abiertos los supermercados, pero también las escuelas, las universidades y las librerías, porque es el pan del pensamiento. Sin este pan la sociedad cae derrotada. En nuestro mundo materialista, vivimos una desertificación del espíritu. Es inimaginable que el presidente de Estados Unidos sea un inculto ignorante. Es la consecuencia de una clase política que ha bajado sus umbrales de atención y conocimiento. Si perdemos los saberes injustamente considerados inútiles perdemos la posibilidad de cultivar el pan del pensamiento.
P: Eso da paso a la política. En otra página, dedicada a sus Pensamientos, Montesquieu afirma: “Si supiera de alguna cosa útil para mi patria, pero perjudicial para Europa o para el género humano, la consideraría un crimen”.
R: Esta página te hace comprender el problema de Cataluña. Yo tengo muchos amigos catalanes, algunos independentistas y otros que no lo son. La idea de Montesquieu no es hacer Estados pequeños, sino eliminarlos y crear una gran Europa. El objetivo principal es eliminar las barreras entre España, Francia, Alemania e Italia. Mis amigos catalanes piensan que es buena idea. Defender su lengua y cultura es necesario, pero siempre con una óptica europea, y en el futuro con el objetivo de ser ciudadano del mundo.
P: “Europa, olvidando sus raíces culturales, está matando progresivamente el estudio de las lenguas antiguas, la filosofía, la literatura, la música y el arte en general”, dice usted en la Introducción de Clásicos para la vida. ¿Es pesimista sobre el futuro del Viejo Continente?
R: El problema de Europa es que no tenemos una Europa de la cultura. Tenemos una Europa de los bancos, de las finanzas, pero no de la cultura. Es una paradoja porque la época de la cultura existía en la época poca de Giordano Bruno, que vivió en la corte de Enrique III en Francia (sobre esto prepara nuevo libro), después en la de Rodolfo II en Praga y luego en la corte de Inglaterra con la Reina Isabel I. Los eruditos como Galileo hablan con otros estudiosos de cosmología en otras partes de Europa. Había una especie de república de los literatos, de los científicos, de la cultura, Hoy no hay esto. Hay un egoísmo económico muy fuerte en cada nación. La pandemia sería una buena oportunidad para cambiar esto y ser más solidarios con los estados que han sufrido más como Italia y España. Esa idea de solidaridad nos permite hacer de Europa una verdadera unión de ciudadanos que piensan en un futuro conjunto.
Sale aquí el Ordine más combativo: “El egoísmo es el resultado de una política neoliberal que ha destruido todo en el mundo. La pandemia nos ha hecho comprender el valor de los dos pilares de la dignidad humana: el derecho a la salud y al conocimiento. Sin embargo, en los últimos treinta años los presupuestos para sanidad y educación se han reducido drásticamente porque se entendía que servían de nada. Hoy estamos pagando ese error. Esperemos no olvidar lo que hemos aprendido en este tiempo de pandemia”.
El profesor Nuccio Ordine hace un resumen de sus reflexiones con una cita de El libro de la risa y el olvido de Milan Kundera: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”. “Si olvidamos, todo será peor que antes”, concluye el profesor antes de volver a enfrascarse en los cuentos de Boccaccio.