Lo que se esconde tras el copyright: "Todo a tu alrededor tiene propiedad intelectual"

Lo que se esconde tras el copyright
  • Desde los botones del iPhone hasta los diseños arquitectónicos: todo tiene derechos de autor

  • Aunque surgieron como una forma de proteger a autores, las corporaciones también pueden ser propietarias del copyright

  • Entrevistamos a David Bellos, experto en propiedad intelectual y coautor de ‘Copyright: La industria que mueve el mundo’

El icono de la letra ‘c’ rodeada por un círculo se ha vuelto universal. Diariamente, cada vez que escuchamos una canción, compramos un libro o vemos la televisión, hay una economía que redistribuye las ganancias. Pero no siempre fue así, y algunos creen que este no es el sistema más justo.  

En la actualidad, incluso “la colocación del botón de control en tu iPhone es algo protegido”, explica David Bellos. Él es profesor de la Universidad de Princeton y siempre ha estado interesado en el estudio de los derechos de autor. Junto con Alexandre Montagu, han dado clase sobre propiedad intelectual y ahora publican ‘Copyright’, un libro que explica la historia y cómo se ha llegado a la situación actual mediante “una sucesión de accidentes”.  

Pregunta: ¿Quién se beneficia más del copyright?

Respuesta: "En este momento las corporaciones, porque durante los últimos cien años —al menos en Estados Unidos— ha sido posible que una empresa posea un copyright. Eso no fue posible hasta 1911. Y cuando lo piensas, es una locura, ya que la justificación del copyright es otorgar ciertos derechos limitados sobre las obras creadas a las personas que las crearon, como muestra de respeto"

P: ¿Qué variedad de objetos pueden tener derechos de autor? 

R: "Bajo la misma ley tenemos poemas, novelas, obras de teatro, software y diseños arquitectónicos. Los disfraces elegantes, el diseño de moda, los logotipos publicitarios… todo a tu alrededor tiene algún grado de propiedad intelectual asociado. Y eso no era lo que se pretendía. Eso ha surgido a raíz de una sucesión de accidentes". 

P: Entonces no ha sido siempre así… 

R: "Las reglas del copyright desde que publiqué mi primer libro en 1976 hasta hoy han cambiado por completo. La cuestión es que la gente no se da cuenta de lo reciente que es todo esto y de cómo, casi sin darnos cuenta, hemos permitido que no solo nuestras industrias culturales, sino también creaciones de todo tipo, tan diversas y asombrosas, queden bajo el control de un único marco legal que, en realidad, es muy restrictivo. 

Y en cada etapa de la historia del copyright, desde 1710 hasta 1998, ha habido personas sabias y eruditas que se han levantado y han dicho: esto no está bien. No hagas esto. Pero siempre se han quedado atrás". 

P: ¿Podría existir un mundo sin copyright? 

R: "Tuvimos un mundo sin copyright hasta hace 250 años. Desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, los libros –en particular los impresos– pertenecían a los impresores de forma permanente, como se posee una casa o un coche. El problema de eso es que podían elegir si publicarlos o no.  

Por ejemplo, en la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII, la familia Thompson era dueña de Hamlet y podía decidir no publicarla si no lo deseaba. Así que, un mundo sin copyright no es necesariamente un paraíso con un extenso dominio público. El dominio público debe ser establecido por la ley". 

P: ¿Usted se habría convertido en autor si no existiera el copyright? 

R: "Obviamente. Pero, ya sabes, en realidad no soy el dueño de mi copyright. Nominalmente sí lo soy, y al comienzo del libro aparece “copyright David Bellos”. Pero he firmado un contrato con el editor que le otorga la licencia para explotar el copyright durante el plazo de su vigencia. Así que, en la práctica, pertenezco al editor. Funciona, de vez en cuando recibo unos centavos. Si el copyright se extendiera únicamente a los libros impresos, como se concibió originalmente, bueno, aún tendríamos algunas disputas, pero sería algo mucho más manejable. 

Parte del problema es que, por analogía, por coincidencia, por presión de lobbies… Las leyes de copyright que hoy rigen el mundo a través del Convenio de Berna abarcan prácticamente todo lo que ves. Y no es evidente que debamos tener la misma estructura legal para canciones pop, programas informáticos, diseños de moda, planos arquitectónicos y coreografías". 

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