Ita O’Brien, coordinadora de intimidad de 'Theodora" en el Teatro Real: "Las escenas íntimas necesitan una coreografía pautada y pactada"

Ita O’Brien empezó a bailar sobre los escenarios con diez años y ahora es coordinadora de intimidad en espectáculos como la ópera ‘Theodora’, que estrena hoy el Teatro Real: “Sin una coreografía clara es más complicado denunciar que te han metido la lengua hasta la garganta”, subraya.

La británica es la primera experta en la materia que acude al coliseo madrileño con motivo de la representación entre el 11 y el 23 de noviembre del oratorio escenificado de Händel sobre una mártir cristiana obligada a prostituirse, pero según fuentes del Teatro Real no será la última, ya que está previsto contratar este tipo de asesoramientos en el futuro siempre que se considere necesario, informa Nacho Soriano.

Las escenas íntimas necesitan una coreografía pactada

En una entrevista con EFE, O’Brien -que ha trabajado en películas y series como ‘Beetlejuice Beetlejuice’, ‘El exorcista del Papa’ y ‘Sex Education’- explica que igual que para representar una pelea hace falta un ensayo preciso de los movimientos, las escenas íntimas necesitan una coreografía pautada y pactada con anterioridad para que todos los intérpretes se sientan cómodos.

El trabajo de un coordinador de intimidad pasa por una conversación previa con intérpretes y directores para acordar cómo se van a desarrollar escenas que puede ir desde una violación -como ocurre dos veces en ‘Theodora’- al despertar de dos enamorados, como en ‘Romeo y Julieta’, donde también trabajó O’Brien.

“Si hay una escena de un beso en los labios y de repente te meten la lengua hasta la garganta, sin una coreografía clara es realmente complicado denunciarlo, sobre todo si eres una joven debutante y el intérprete un divo”, ejemplifica sobre casos reales que se han dado en el teatro lírico. “Por eso anclar la intimidad en la coreografías tan importante”, insiste.

Situaciones del pasado que se podrían haber evitado

Preguntada por si cree que las situaciones que se denunciaron en torno a Plácido Domingo se podrían haber evitado con una mayor conciencia y trabajo profesional para controlar los movimientos en escena, evita referirse al caso concreto, pero recalca que estos comportamientos históricos se han visto favorecidos por la ausencia de una estructura para acotarlos.

“Eso es lo que faltaba en la industria, existía la idea de que todo el mundo tiene relaciones sexuales, así que todo el mundo sabe cómo debe besar”, enfatiza.

Otro ejemplo extremo es el de la violación de Maria Schneider que perpetró Marlon Brando con el acuerdo del director de cine Bernardo Bertolucci, que quería grabar la reacción de la actriz, en ‘El último tango en París’ (1972). “Para mí eso no es arte, es abuso y nunca debió haber ocurrido”, subraya O’Brien.

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