Nerea es una joven periodista apasionada del fútbol a la que conocí en un máster de la Escuela CES de Imagen y Sonido en Madrid. Ella, entusiasmada por seguir aprendiendo y hacerse un hueco en el mundo laboral y yo, ansioso porque se familiarizaran con las dinámicas de un redactor perdido entre webs y distintos perfiles de las redes sociales.
Al ver que una de las múltiples dinámicas que dejaban entrever en sus redes era visibilizar esa característica que la acompaña desde la infancia, la invité a las instalaciones de Mediaset España y así hacer llegar al mundo su testimonio, ese que también experimentan miles de personas y no todas se atreven a normalizar por culpa de la maldita presión social.
Esta ‘panenkita’ madrileña (se dice así a las personas que saben absolutamente todo sobre el deporte más seguido a nivel internacional) tiene alopecia universal, es decir, no cuenta con un solo pelo en ninguna parte de su cuerpo. ¿Por qué ella? Porque unos primos de su abuela paterna son quienes tienen el gen que la produce y, a pesar de que este salta de una generación a otra, su padre lo tuvo y por tanto le tocó.
Su pelo intenta crecer, pero no lo consigue ya que se rompe a los dos o tres milímetros: “La gente cuando me ve piensa que tengo la cabeza rapada o cáncer, pero no. Precisamente lo que más me molesta es que se queden mirando y notar las miradas clavadas en mí”. Además, añade que “no tuvo una infancia dura, aunque cuando iba al parque de pequeña sí que escuchaba comentarios y notaba que los padres la miraban con temor a que se pegara”. “Lo tengo normalizado, sé que me van a mirar. Es lo que hay y no pasa nada”.
Lo que no sabía en aquel entonces Nerea, y su familia tampoco, es que por suerte crecería en la década de los 2020 y, además de vivir en primera persona una de las pandemias mundiales más graves que se recuerden, sería adulta en una sociedad que hace por derribar los prejuicios y lucha cada día por ser más diversa e inclusiva. Precisamente esto, junto con el hallazgo de la Asociación de Alopecia de Madrid, fue lo que la motivó a contar su historia sin importar el qué dirán. “Mi familia sí que lo llevó mal cuando nací. De hecho, mi madre tuvo que a ir a un psicólogo porque no se lo esperaba y estaba preocupada por los comentarios que pudiera recibir cuando creciese y cómo lo tomaría yo”.
Seguro que más de una persona que esté leyendo su testimonio estará pensando por qué no usa peluca y evita de esta manera las miradas impertinentes, pues es fácil y sencillo de entender: porque no quiere y son incómodas. “Era mi madre la que quería que llevara pelucas, sobre todo en la infancia. Teníamos muchas peleas porque yo no quería usarlas ya que las que no son naturales, las sintéticas, pican muchísimo. Cedí y me las ponía para las fotos de la comunión o para las graduaciones, pero hace cinco años que no me pongo ninguna. Al haber nacido sin pelo, si me pongo una, me pinto las cejas y me miro al espejo no me reconozco. Yo soy tal cual soy”. “La presión de los cánones de belleza que sufrimos las mujeres nos impone que debemos tener una melena larga o simplemente pelo. Por eso, muchas chicas con alopecia llevan peluca por la calle. Por ejemplo, al actor Vin Diesel lo consideran muy atractivo y lo contratan para muchas películas, pero sigo esperando a que se le dé la oportunidad a que lo haga una actriz”, reivindica en el vídeo que puedes ver al inicio de la noticia y cuenta con su historia al completo.
Aunque asegura que no percibe discriminación en el entorno afectivo-sexual, Nerea confiesa que sí que considera que sus amigas podrían tener más fácil este tipo de relaciones al contar con pelo. Circunstancia que le entristece en ocasiones, aunque dice tenerlo superado. De hecho, se emociona mientras grabamos este reportaje para la web de Informativos Telecinco porque es humana y también porque nadie dijo que ser activista fuera fácil. ¿Acaso no es un privilegio pretender que el activismo sea perfecto y no se rompa a veces? Claro que se rompe como cuando nos ilusiona un chico y no nos responde al mensaje privado de Instagram o cuando creíamos que el puesto de trabajo era nuestro y resulta ser que no. Duele creer que alguien pueda no optar a ciertas cosas por el mero hecho de haber nacido distinta, en este caso sin pelo, pero reflexionamos juntos y llegamos a la conclusión de que preferimos creer que en pleno 2023 la sociedad que nos gusta, esa de la que queremos formar parte y con la que queremos evolucionar juntos de la mano, nos quiere tal y como somos y presume de nosotros. Con nuestras características, sin importar cuáles sean estas.
Nerea se siente arropada por sus compañeros de máster, presentes durante la entrevista, y aprovecha el ejercicio para desahogarse. Ya no hay secretos, se ha mostrado vulnerable y tal y como es. Ahora todos los allí presentes y también tú, que estás siendo partícipe de su vivencia, somos más ricos y sabios. Su historia, y el de resto de ‘pelonas’ (mote con el que se conocen comúnmente entre las mujeres sin pelo que conforman la Asociación de Alopecia de Madrid) nos enriquece a todos.
“Muchas veces he pensado que ojalá haber nacido con pelo para evitar miradas o comentarios de la gente, pero rápidamente me doy cuenta de que soy feliz así y, por tanto, no cambiaría la vida que tengo por contar con él”.