Sara Khatiboun, bailarina de la Compañía Nacional de Danza no duda en presumir de sus orígenes persas. Asegura que tiene un gen especial que le hace sentirse orgullosa de hundir sus raíces en ese país de vasta cultura y tradición. En sus venas se mezcla ese toque oriental con el aire y los aromas de Galicia, la tierra de su madre.
Nacida en Madrid, ha aprendido el duro arte del ballet en los mejores teatros del mundo, desde Nueva York a San Francisco pasando por Dresden, en Alemania.
Sara recuerda que cuando vive, baila o ensaya lleva a Irán en el corazón por eso sufre con la dura represión que padecen las mujeres iraníes ahora que se han levantado contra la falta de libertad que experimentan.
Asegura que todo aquello que le motiva en esta vida: la danza, está prohibida en el país del que se siente tan íntimamente vinculada. Y aunque es muy crítica con el régimen que dirige los destinos de Irán, no olvida que más allá de eso está toda una sociedad impregnada de una cultura y tradiciones milenarias a las que le gustaría poder regresar para recuperar todo aquello que le hace vibrar y que dejó atrás cuando solo tenía tres años.