Aprender a conservar los alimentos es esencial, no solo para poder disfrutarlos siempre en con su mejor sabor, también para evitar posibles intoxicaciones causadas por un mal almacenamiento.
Esto es relativamente sencillo si los guardamos nada más comprarlos, en general con replicar las condiciones en las que estaban en la tienda será suficiente, pero si ya los hemos abierto, la cosa cambia. Almacenarlo bien o hacerlo mal puede marcar la diferencia entre comer varias veces nuestro plato preferido o tener que tirarlo cuando todavía podríamos haberlo disfrutado más veces.
Esto sucede con todos los alimentos, no solo con los frescos o con los que ya hemos cocinado, también los embutidos tienen una manera en la que podremos conservarlos respetando su sabor, textura y alargando su vida.
En general, los embutidos curados que compramos enteros, como sucede con las patas de jamón, hay que guardarlas en un lugar fresco y seco, preferiblemente colgadas y con cuidado de que la grasa no gotee. Sin embargo, une vez abiertos para su consumo, hay que tener cuidado a la hora de conservarlo para que no se seque.
Hay que tapar la zona de corte con las cortezas y zonas de grasa que se van quitando, y cubrirlo con un paño limpio de algodón. En el caso del lomo o el salchichón, también la solución del paño de algodón es la más recomendable.
Aunque esta es una opción estupenda, resulta mucho más cómodo comprar los embutidos ya cortados, lo que hace que sea recomendable guardarlos en la nevera para su conservación. Lo ideal es apilar las lonchas, creando una suerte de torre, y envolverla con film transparente. Deberían conservarse en las baldas superiores y centrales de la nevera, porque se recomienda que esté a unos 7 °C. También puede conservarse en un táper con cierre hermético.
De este modo, los embutidos conservarán mejor sus propiedades, su sabor, olor y textura. Podremos comer la cantidad que nos apetezca sin miedo a que se estropee y para que esté perfecto, solo habrá que sacarlo unos minutos antes de la nevera, dejando que se atempere a temperatura ambiente para que ‘sude’.
Aprender a conservar el embutido en la nevera no quiere decir que ahora pueda durar para siempre, conseguimos alargar su vida y mantenerlo en buenas condiciones, pero conviene saber cuándo lo hemos abierto y guardado por primera vez, porque corremos el riesgo de que se estropee de todas formas si no consumimos a tiempo.
Se considera que los embutidos curados pueden permanecer en la nevera de dos a tres semanas sin que exista riesgo de que se estropeen. Esto cambia en el caso de los embutidos frescos o fiambres, en cuyo caso hay que consumirlos más rápidamente, porque en la nevera solo nos durarían entre tres y seis días.
Ahora que sabemos un poco más sobre cómo conservar los embutidos en la nevera para que no se estropeen, no hay duda de que siempre podremos comerlos en su mejor momento.