Un tercio de la población mundial está confinada en sus casas. Más de 7.800 millones de habitantes están recluidos para evitar la propagación del coronavirus. En medio de este escenario desértico, la fauna explora las calles de pueblos y ciudades vacías a lo largo y ancho del planeta en busca de alimento, una imagen inédita y sin precedentes que demuestra hasta qué punto la pandemia ha cambiado el mundo. Organizaciones animalistas, cuidadores de animales y voluntarios se movilizan para que no les falte comida.
El COVID-19 está dejando imágenes y vídeos para el recuerdo colectivo. Carreteras vacías, ciudades y pueblos inhóspitos, lugares que hasta hace unas semanas eran centros repletos de vida y que ahora provocan escalofríos. Mientras, en los edificios se confinan millones de personas que desde el aislamiento más absoluto ponen su granito de arena para parar la peor epidemia sanitaria del último siglo.
Sin gente en las avenidas, los paseos o los parques y con niveles de contaminación bajo mínimos, la fauna se ha adueñado de nuestro espacio natural. En España, se han avistado todo tipo de animales salvajes. En Madrid, una de las urbes más castigadas por la enfermedad, usuarios y organizaciones animalistas han compartido imágenes de pavos reales que abandonaron Fuente del Berro en busca de alimentos. Asimismo, los ejemplares que habitan en los Jardines de Cecilio Rodríguez, en el parque del Retiro, alcanzaron las vallas del recinto con la misma intención.
En Barcelona, se han avistado jabalíes. No es la primera vez que estos animales salvajes bajan de la montaña de Collserola se atreven a recorrer las calles de la Ciudad Condal, pero jamás habían llegado a deambular por la Avenida Diagonal, ahora mismo libre de tráfico y personas. Las cabras montesas también dejaron su hábitat natural en el entorno de Chinchilla de Montearagón (Albacete) para pasear por sus calles.
Una de las imágenes más impactantes de esta semana fue la que se produjo en una de las escaleras del río Urumea, en el barrio de Amara (San Sebastián), donde varios transeúntes grabaron a un ejemplar de foca.
Sorprendente fue también el oso pardo que caminó en soledad por la vía pública de Ventanueva, un pueblo de Cangas de Narcea a unos 100 kilómetros de Oviedo. Las gaviotas de Benidorm se hicieron virales al principio del aislamiento en su persecución a una mujer y su carro de la compra y esta misma semana fueron los delfines de Ribadesella los que dieron una alegría a los miembros de un grupo de Salvamento Marítimo.
Fuera de España esta tónica se ha repetido. Los ciervos del Parque Nara, una de las mayores atracciones naturales de este bello enclave del Monte Wakakusa, se echaron a las calles en Japón. Al igual que los monos en Lopburi (Tailandia), que buscan hambrientos la comida que hasta ahora encontraban con facilidad en las basuras o de manos de los propios turistas, como los coyotes en San Francisco, los zorros en Londres y los delfines en los canales de Venecia, una de las ciudades más amenazadas por la contaminación de sus aguas.
En el hemisferio sur, donde todavía no se han disparado los contagios, se han tomado medidas preventivas de aislamiento como en Argentina. Hace apenas dos días en el exclusivo barrio de Santa Bárbara, en el norte de Buenos Aires, fueron captados carpinchos, el roedor más grande del mundo.
Las organizaciones animalistas están preocupadas por el abandono que padecen ahora todos esos animales que ocupan los parques de las grandes ciudades. Por ese motivo, los responsables de PACMA han solicitado a las autoridades que intervengan y han logrado, en el caso del ayuntamiento de Madrid, el compromiso para que los voluntarios entren en los parques, donde ahora no pueden acceder, para alimentar a las colonias de felinos y otros animales.
Asimismo, organizaciones como Almas veganas ponen su granito de arena para salvar a estos animales y recaudan dinero para poderles dar de comer en sitios donde no se pongan en riesgo ni a los animales ni a las personas.