El reloj del juicio final para la humanidad fue creado simbólicamente por el llamado Boletín de los Científicos Atómicos en 1945. A lo largo de la historia sus manecillas se han adelantado o quedado en su lugar en función de lo cerca o lejos que podíamos estar del fin del mundo (que en este 'juego' sería la medianoche).
La cuenta atrás se ha acelerado otras veces. Lo hizo en 1953, durante la larguísima Guerra Fría, y de nuevo en 2017 y 2018. En 2019 la manecilla no se movió, y permaneció a tan sólo dos minutos de la medianoche… Hasta ahora.
El Boletín que forman científicos que ayudaron a desarrollar las primeras armas atómicas en el Proyecto Manhattan ha reconocido tres riesgos que nos acercan al fin del mundo.
"El mundo está caminando sonámbulo a través de un paisaje nuclear recientemente inestable", enuncia el comunicado del grupo. El control de armas es cada vez menor, y naciones como Irán han multiplicado su arsenal de uranio y otras sustancias con el propósito de prepararse para una posible guerra nuclear.
La retirada del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) en 2019 ha dado pista libre a una carrera nuclear que encabezan naciones como Estados Unidos, Rusia, corea del Norte o Irán.
"Como escribimos el año pasado y recalcamos ahora, cualquier creencia de que la amenaza de una guerra nuclear ha sido vencida es un espejismo", dice tajante el texto.
Aunque se dan pasos hacia delante en este respecto, también se dan zancadas hacia atrás. Los gobiernos parecen dibujar la senda pero no ponen un pie en ella. El comunicado del Boletín recalca que tanto la Cumbre del Clima de septiembre como la de Madrid de diciembre fueron una decepción, y apenas resultaron "más que un débil empujón, pidiendo a los países que consideren reducir aún más sus emisiones", relata. Eso por no hablar de la retirada de EEUU del Acuerdo de París.
Las emisiones de gases de efecto invernadero no han dejado de crecer, el deshielo se ha acelerado en los polos y 2019 cerró como el segundo año más caluroso en la Tierra. Como resultado, hemos asistido a incendios brutales como los de la Amazonia, lndonesia, el Ártico o los recientes en Australia, todos ellos sin precedentes.
A continuación, la nota cambia de tono en un intento por ser más optimista: "El cambio climático ha catalizado una ola de participación juvenil, activismo y protesta que parece similar a la movilización provocada por los desastres nucleares y los temores de armas nucleares en los años setenta y ochenta. Los políticos se están dando cuenta y, en algunos casos, comienzan a proponer políticas adaptadas a la urgencia y magnitud del problema climático".
"La guerra nuclear y el cambio climático son las principales amenazas para el mundo físico. Pero la información es un aspecto esencial de la interacción humana", comienza este apartado, y una amenaza "especialmente cuando se combina con la aparición de nuevas tecnologías".
Una tendencia se observa desde siempre: la desinformación o, lo que es lo mismo, la difusión de bulos. Los líderes nacionales participan de ello para promover sus intereses y manipular a la población.
Y hoy en día es prácticamente incontrolable e indetectable. La inteligencia artificial está haciendo posibles nuevas formas de falsedad virtual, como las "deepfakes", que permiten hacer parecer reales grabaciones de audio y video que son manipuladas con programas informáticos.
La amenaza no lo es sólo para nuestra manera de pensar, también para nuestra salud. "A nivel mundial, los gobiernos y las empresas están recolectando grandes cantidades de datos relacionados con la salud, incluidos los datos genómicos, aparentemente con el fin de mejorar la atención médica y aumentar las ganancias", redacta, "pero los mismos datos también podrían ser útiles para desarrollar armas biológicas altamente efectivas".
Con esta suma de factores, el Boletín de Científicos Atómicos ha decidido adelantar 20 segundos la manecilla, acercándonos a tan sólo cien segundos del Apocalipsis. "Al hacerlo, los miembros de la Junta advierten explícitamente a los líderes y ciudadanos de todo el mundo que la situación de seguridad internacional ahora es más peligrosa que nunca, incluso en el apogeo de la Guerra Fría".
Que el riesgo cambie, indican, depende de los líderes mundiales, y los ciudadanos deberían exigirles tratados y responsabilidades que den un vuelco a la situación.