El volcán de La Palma lleva 20 días de erupción sin cesar y cada vez es más complicada la vida en la isla. No solo por las lenguas de lava que lo engullen todo a su paso, sino también por la ceniza, que se extiende por toda la isla, incluso afecta ya a Tenerife.
En estos días no hemos dejado de ver a los palmeros limpiando calles, colegios, casas y jardines de la ceniza volcánica que lo cubre todo de negro. Se mete en el pelo, en la ropa y en los ojos. Cada vez hay más y llega más lejos.
La ceniza, junto con los gases tóxicos que emanan el volcán de La Palma, puede generar problemas para la salud. "La inhalación de estos gases es algo que ha preocupado mucho en países como Japón o Islandia, donde hay poblaciones que repetidamente tienen exposición a erupciones volcánicas", explica el Pedro Cabrera, neumólogo y presidente del Colegio de Médicos de Las Palmas, en declaraciones al diario 20 Minutos.
"Los gases desprenden dos tipos de productos que pueden generar problemas por su toxicidad: sólidos, como los minerales, y gaseosos", explica el neumólogo. "Fundamentalmente estos gases están compuestos de azufre, que son muy irritantes para la piel, los ojos y todo el territorio respiratorio, desde la nariz hasta el último bronquio, pasando por la faringe y la laringe".
Las mediciones se han llegado a situar en 667 microgramos de dióxido de azufre por metro cúbico, cuando el umbral para la seguridad humana está en 500.
La irritación e inflamación de las vías respiratorias por estos gases producen tos, sensación de ardor y congestión nasal. "Cuando llegan en grandes cantidades a los bronquios hace que se inflamen, se cierren y comiencen ruidos torácicos y dificultad respiratoria", señala el doctor. Esto es lo que se conoce como bronquiolitis o bronquitis, cuando se complica aún más. No obstante para que estos gases causen este daño hay que estar expuestos a grandes cantidades.
"Tanto con las partículas de ceniza como con los gases, la mayoría de la población normal puede tener problemas leves y más o menos pasajeros, como está ocurriendo, pero no va a dejar un daño a largo plazo", explica Cabrera.
El dióxido de azufre es un gas a alta presión, que está considerado como tóxico y corrosivo, por lo que está regulado en la normativa, tal y como indican desde el Ministerio para la Transición Ecológica, a causa de su potencial efecto sobre la salud y los ecosistemas. El dióxido de azufre puede tener consecuencias para la salud de las personas, incluso, a grandes distancias del foco emisor. Entre los problemas que afectan al cuerpo humano se encuentran la irritación e inflamación del sistema respiratorio, afecciones e insuficiencias pulmonares, alteración del metabolismo de las proteínas, dolor de cabeza o ansiedad.
Es recomendable salir con mascarilla, FFP2 si es posible, y llevar gafas que protejan los ojos de la ceniza y los gases. Los equipos de emergencia que se acercan a zonas cercanas al volcán deben llevar máscaras especiales.
A la hora de limpiar la ceniza, algo que hacen los vecinos continuamente, hay que protegerse especialmente y si entra en los ojos, nunca hay que frotarlos porque la cenia tienen aristas que pueden dañar el globo ocular gravemente. El doctor Cabrera recomienda usar gafas de natación para limpiar la ceniza y humedecerla un poco antes de barrerla.
"Si la tos es muy fuerte y muy extenuante, tienen que pedir asistencia médica, sobre todo si sienten que en el pecho tienen opresión y algo de dificultad respiratoria", alerta el neumólogo.
Además, en Canarias hay mucha población asmática y personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC),más sensibles a los gases y a la ceniza y que en épocas de erupción suelen necesitar más ayuda médica.