Las autoridades alemanas tienen un nuevo objetivo en las próximas semanas: proteger a los sapos. No es nada nuevo. En muchas zonas de Alemania, a finales de febrero empieza la migración anual de estos anfibios, que se lanzan a la carretera y muchas veces son atropellados por los coches.
El frío invernal se ha despedido de Alemania. A lo largo de esta semana los residentes se han olvidado de la Bestia del Este que congeló el país la semana pasada y han disfrutado del sol y los hasta 20 ºC que se han alcanzado en ciudades como Hamburgo, donde la temperatura máxima promedio del mes de febrero es de unos 4 grados.
Cuando llega esta época de ambiente primaveral y agradable, muchos animales salen de sus escondites, donde llevan unos meses hibernando a cobijo del frío, y se lanzan en busca de alimento y apareamiento.
Los anfibios –sapos, ranas y tritones, sobre todo– forman parte de ese grupo de animales que da por terminada la hibernación. En las próximas semanas, se lanzarán en busca de estanques y charcas para desovar y buscar tiempo húmedo y cálido. Incluso se está avisando a la población de que se cerrarán temporalmente algunos tramos de carreteras donde los sapos mueren habitualmente atropellados durante la migración. También se han instalado señales, como la siguiente en Düsseldorf.
Lo de cerrar carreteras por la seguridad de los sapos, que no son lo suficientemente rápidos para esquivar a los coches y difícilmente se ven de lejos por los conductores, no es sólo algo que se haga en Alemania. En Francia, durante dos meses en 2018 –entre enero y marzo–, se cerró una de las principales vías por el riesgo de atropello para esta especie en peligro de extinción.
En España, algunos años se han dado muertes masivas de anfibios por los atropellos cuando los animales migran por la noche. En San Martín de la Vega, hace unos años los vecinos protestaron porque un muro establecido para proteger a los ciclistas dificultaba el paso a los sapos, que estaban muriendo en masa bajo las ruedas de los vehículos.
En otras zonas del mundo, como San Petersburgo, incluso se han reunido grupos de voluntarios para ayudar a cruzar la calle a los animales.