Más de un billón de dólares es el precio que se ha pagado entre 1970 y 2017 por la presencia de determinadas plagas invasoras en todo el mundo, según un análisis publicado en la revista científica ‘Nature’. Los principales motivos: la globalización y el cambio climático. Y en nuestro país, ¿cuáles son las plagas que salen más caras a los españoles?
Sólo en América Latina y Caribe, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) cifró en unos 15.000 millones de dólares la crisis del virus Zika del año 2015 al 2017. En el caso de las termitas, el gasto mundial es de más de 50.000 millones de euros al año.
En cuanto a las plagas más dañinas a nivel económico en España, la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambienta (Anecpla) ha hecho una lista con las más costosas.
Su extrema velocidad de reproducción, unida a su capacidad vectorial de transmisión de enfermedades tan graves como la leptospirosis, el hantavirus o la toxoplasmosis, entre otras, convierten a las ratas en la auténtica bomba de relojería de las plagas en nuestro país.
Una plaga que en los últimos años se ha incrementado de forma preocupante hasta el punto de que escenas de estos roedores campando a sus anchas por las calles de no pocas ciudades a plena luz del día ha dejado de ser excepcional. “El hecho de que se vean ratas en la vía pública de día”, explica Milagros Fernández de Lezeta, directora general de Anecpla, “es un indicativo claro de que el volumen de esta especie es demasiado elevado en esa zona, ya que cuando las ratas salen de las alcantarillas de día es porque están buscando nuevas zonas que poder colonizar ante la saturación de las que provienen”.
En Madrid se detectó ya en 2019 la presencia de rata negra (Rattus rattus) en la ciudad. Una especie cuyo ámbito de actuación, al contrario que las ratas de alcantarilla (Rattus norvegicus), suele estar circunscrito a parques y jardines, realizando nidos en los árboles que son difícilmente diferenciables de los de las aves.
Las cucarachas constituyen la plaga por excelencia en nuestro país. De hábitos nocturnos y querencia por los hábitats oscuros, calurosos y húmedos, las cucarachas son las responsables directas de grandes pérdidas económicas cada año en España por la contaminación que provocan fundamentalmente en los alimentos, siendo transmisores de graves enfermedades como la disentería o la salmonelosis.
Con una longitud inferior a 9 mm, el poder destructivo de estos insectos xilófagos es inversamente proporcional a su tamaño. Además, su pernicioso proceso es tan silencioso, que cuando sus efectos se dejan ver, en la mayoría de los casos suele ser ya demasiado tarde para actuar.
En España, más del 90% de los edificios construidos antes del año 1920 poseen estructuras de madera. Siendo los cascos históricos de innumerables ciudades españolas las localizaciones más sensibles al embate de esta plaga, que ataca no solo viviendas personales sino, y sobre todo, a numerosos edificios pertenecientes a Patrimonio Histórico y a Patrimonio Nacional, muchos de los cuales son de incalculable valor.
Por último, una plaga que cada vez preocupa más en nuestro país es la de los mosquitos. La acelerada proliferación del ‘mosquito tigre’ es preocupante. Con capacidad para transmitir hasta 22 tipos de virus diferentes, asociados a enfermedades potencialmente mortales como el virus Zika, el Dengue o el Chikungunya, entre otras, esta especie de mosquito ha duplicado su presencia en nuestro país en los últimos seis años, según datos del Ministerio de Sanidad.
La amenaza se ha potenciado a partir del descubrimiento, el pasado año 2018, de la presencia de otra variante de mosquito del género Aedes en España: el Aedes japonicus, que se encuentra ya plenamente asentada en las Comunidades Autónomas de Asturias y Cantabria y con una clara determinación de avance hacia Galicia.
Los mosquitos del género Culex (Culex pippiens y Culex perexiguus) fueron, por su parte, los protagonistas el pasado verano de los casos de virus del Nilo Occidental que surgieron en Andalucía. Este tipo de mosquitos se encuentran en el medio natural, sobre todo en zonas de aguas acumuladas -como las de las marismas-, donde desarrollan su proceso larvario y donde pueden infectarse de este virus al picar a aves migratorias procedentes de África que están infectadas. Al picar posteriormente a los seres humanos, los mosquitos infectados pueden transmitir el virus.
Sin duda, el precio abonado por la presencia creciente de plagas es muy alto y afecta principalmente a la calidad de vida de los ciudadanos y a su salud tanto física como mental. “Pero si nos centramos exclusivamente en el gasto económico que están provocan éste es inmenso y, lo que es más importante”, afirma Fernández de Lezeta, “evitable si se tuviera en cuenta la prevención como herramienta clave de control en los planes de miles de ayuntamientos y comunidades autónomas de toda España y en la mentalidad de sus ciudadanos”.