Las constantes plagas de langosta del desierto que aterrorizan a zonas de África y Asia han dado una idea a un empresario israelí: normalizarla como alimento. Dror Tamir, fundador de Hargol Foodtech, la primera granja que cría este insecto, afirma que constituyen una importante fuente de proteínas.
Las langostas son en realidad una especie de saltamontes. Cuando las condiciones meteorológicas para su reproducción y posterior desarrollo son óptimas, este animal llega en enjambres masivos y es capaz de devorar en un solo día el equivalente al alimento de unas 35.000 personas. La devastación de causan es inmensa.
Desde el punto de vista nutricional, los saltamontes y las langostas son excelentes fuentes de proteínas y otros nutrientes esenciales, según 'Medical Express', aunque la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ha advertido de que no es recomendable consumir una langosta que nos encontremos muerta sin más porque se realizan fumigaciones usando pesticidas y pueden ser perjudiciales para la salud.
Por ello, el empresario Dror Tamir tuvo la idea de criarlas para el fin exclusivo de ser consumidas por las personas. Su granja se encuentra en los Altos del Golán, una meseta ubicada en la frontera entre Israel, Líbano, Jordania y Siria.
Los cría en una serie de jaulas de malla de clima, ha informado ‘Phys.org’, les sirve pasto de trigo durante su ciclo de vida de tres meses, y después los enfría, los mata y los hornea.
No es nada novedoso. Hace un siglo, recuerda Tamir, los judíos yemenitas que sufrían las plagas de langosta las veían como una fuente comestible de nutrientes. Un motivo para revivir esta costumbre de ingerirlas, dice, es la necesidad de abastecer a una creciente población mundial.
El objetivo de la empresa es ser "la primera en el mundo en cultivar saltamontes a escala comercial y proporcionar al mundo una fuente de proteínas más saludable y sostenible". Algunos expertos le han dado la razón, como es el profesor de nutrición humana en la Universidad Hebrea Ram Reifen, que acudió en su apoyo en la agencia AFP.
Las langostas sin procesar, asegura, contienen más de un 70 por ciento de proteínas y todos los aminoácidos, junto con otros nutrientes. Según su propia estimación, alrededor de 2.500 millones de personas, principalmente en países en desarrollo, consumen insectos como parte de su dieta habitual, relata 'Phys.org'. El propio Tamir se ha fotografiado en más de una ocasión comiendo estos insectos. Incluso tiene su propio canal de YouTube donde lo publicita.
Actualmente, la mayor preocupación por las plagas de langosta se dan en Kenia y Etiopía, donde enjambres inmaduros persisten, y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) teme que vuelvan a reproducirse y extenderse durante la primavera. La plaga que se produjo entre 2019 y 2020 en Etiopía y Somalia fue la peor de los últimos 25 años, y la peor de los últimos 70 años en Kenia.
Se estima que unas 9,7 millones de personas pudieron ver comprometido su alimento por la langosta del desierto.