Seguramente no te suene su nombre, pero el británico Paul Kingsnorth tiene un largo recorrido en esto de intentar salvar el mundo. Estudió en Oxford y pudo haber disfrutado de una vida cómoda y académica, pero decidió seguir su pasión por el medio ambiente y apoyar causas ecologistas por todo el planeta. Han sido años de publicaciones, viajes solidarios y reuniones. Pero también acabó dejando aquello, desesperado por lo difícil que era avanzar, y se fue a vivir a una casa apartada de Irlanda con su mujer y sus dos hijos. De todo ello reflexiona ahora en su nuevo libro, 'Confesiones de un ecologista en rehabilitación', escrito desde la perspectiva reposada de haber dejado el activismo.
Allí ha plantado mil árboles y se autoabastece con un huerto y un invernadero. Ha dejado el activismo porque, dice tajante, "no funciona". Entonces, ¿cómo paramos el cambio climático?, le preguntamos por mail en El Tiempo Hoy. Kingsnorth plantea alguna idea en su libro, como por ejemplo, dar un pequeño paso atrás y que las grandes naciones aprendan de "la vida en comunidad de las etnias más tradicionales, que son las que mejor conectan con la naturaleza; hay que volver a vivir a lo pequeño", responde.
*Imagen: Kingsnorth en su jardín / VPRO Documental
En su primer libro, escrito hace 16 años, ya dio cuenta de sus viajes por Sudamérica, África y Europa para investigar el destrozo que la globalización ejerce sobre diversas culturas. Fue mucho después, y al ver que era una lucha difícil de ganar, cuando Kingsnorth decidió apartarse. Algo que le hizo sentir, dice, "entre liberado y desesperado".
"Cuando trabajaba para 'The Independent' en 1995 estaba obsesionado con el cambio climático, pero nadie en aquel periódico estaba interesado y nada sobre el tema llegó a publicarse. Pensaba 'Si tan sólo pusiéramos el cambio climático en la primera página, las cosas cambiarían'. Hoy en día lo vemos a diario en las portadas, todo el mundo lo conoce, también los políticos y empresarios, pero nada ha cambiado", suele contar al hablar de cómo ha evolucionado en los últimos años la visión general sobre el cambio climático.
Su nueva vida es su consuelo. Sus hijos aprenden desde la naturaleza y a través de ella, al margen de la contaminación de la ciudad. Kingsnorth afirma llevarles habitualmente a marchas de 'Extinction Rebellion', aunque no confía en que los movimientos ecologistas vayan a cambiar el mundo. Sí opina, en cambio, que son necesarios para concienciar contra el cambio climático.
*Imagen: Kingsnorth con su familia en una región del oeste de Irlanda, donde viven / VPRO Documental
En cuanto a qué podemos hacer los demás –los que vivimos en zonas más urbanizadas–, Kingsnorth opina que podemos actuar de manera individual dentro del monstruo industrial; intentar cambiarlo es darse contra una pared. A los negacionistas, por otro lado, sólo tiene una palabra que decirles: ¡Despertad!
¿Qué les diría a los jóvenes de Fridays For Future o Extinction Rebellion?
Considero que todos estos nuevos movimientos activistas, que tienen como objetivo cambiar las cosas o forzar a que nuestra cultura vea el daño que está haciendo, son maravillosos. Me alegra ser testigo de ellos. Yo mismo he llevado a mis hijos a las marchas de Extinction Rebellion en Irlanda, donde vivo. Si me pregunta si pienso que conseguirán parar el cambio climático o la manera en la que funciona la economía global, la respuesta es NO. Pero sí creo que juegan un papel muy valioso a la hora de despertarnos a todos de donde estamos estancados, y animan a la gente a pensar y actuar de manera distinta.
¿Evolucionará el mundo o estamos abocados a un desastre natural?
Hay muchos mundos, muchas culturas, naciones, lenguas, maneras de vivir… El que está causando el problema de la sociedad industrial moderna. Sin duda, estamos condenados a un clima diferente y a un ecosistema más pobre, pero creo que aún estamos a tiempo de aprender de alguna de las culturas que todavía viven cercanas a la naturaleza. Muchas de las respuestas que necesitamos ya están ahí, en culturas tradicionales de menor escala. Necesitamos aprender a vivir 'a lo pequeño' otra vez. Ésa es la lección que más nos va a costar aprender.
¿Qué aspectos cree que deberían atacarse revertir la crisis climática?
Sinceramente, no creo que se pueda revertir. Aunque parásemos todas las emisiones mañana, ya estaríamos condenados a casi dos grados más de calentamiento, y no vamos a hacerlo. He asistido a treinta años de promesas, acuerdos, reuniones de la ONU, documentos firmados por los gobiernos, y después de todo eso las emisiones han seguido aumentando de manera constante. El cambio climático ya está aquí, y sólo va a ir a peor. Desde luego, vale la pena que hagamos todo lo que esté en nuestra mano en el día a día —sobre todo en nuestra vida personal— para minimizar el daño. Pero, de las consecuencias de nuestras acciones, ya no hay escapatoria.
*Imagen: En el festival de Dark Mountain, que fundó Kingsnorth, 2010 / Youtube: ElektrischerApparat
¿Qué le diría a los que ante la evidencia siguen autodenominándose 'negacionistas'?
Probablemente les diría: '¡Despertad!', pero supongo que a ellos les daría exactamente igual. Si alguien no quiere que le influencien en algún tema, no le van a influenciar. Antes pensaba que la destrucción ecológica era una consecuencia de la ignorancia de la gente. Pero eso no es verdad. La mayor parte del tiempo sólo asimilamos los datos que queremos escuchar.
¿Qué ha aprendido desde que fundó Dark Mountain?
Dark Mountain es una red de escritores y artistas que buscan contar nuevas historias para una era de colapso y ecocidio. He descubierto que mucha gente de todo el mundo intenta hacer esto, y que las respuestas culturales a nuestra situación son necesarias y vitales. Parte de nuestro problema es que hemos creído historias que no eran ciertas: historias sobre el progreso, la 'centralidad' de la humanidad, la primacía de la razón y otras similares. Necesitamos dar un paso atrás y preguntarnos de dónde vienen estas historias.
¿Cambiaría la manera de actuar de las organizaciones y movimientos sociales ecologistas?
He estado involucrado en muchos movimientos en Reino Unido: manifestaciones contra la construcción de carreteras, acciones contra la globalización, medidas locales contra la destrucción del paisaje… Me involucré en numerosas protestas contra la globalización en Praga y Génova, y trabajé para Greenpeace, EarthAction, la revista 'The Ecologist', entre otras.
No soy quién para decir qué deberían estar haciendo los partidos políticos o las grandes ONGs. Pero de verdad creo que este tipo de organizaciones está –inevitablemente– trabajando para el cambio dentro de un sistema industrial gigantesco en el que la gente a la que tienen que persuadir –el público– también es dependiente de aquello que necesitan desafiar –la máquina industrial global–. La conclusión a la que he llegado es que esta misma máquina –la economía global– es el problema al que nos enfrentamos. No creo que se pueda reformar o cambiar, ni con el tiempo ni nunca, pero todos dependemos de ella. Así que nos toca arreglarla. Sentí que no podía mentirme más a mí mismo en este asunto.