Lorenzo nació frente a la costa senegalesa y circuló por el Atlántico, alimentándose del calor retenido en el océano hasta alcanzar el pasado fin de semana la categoría 5, la más alta en la escala Saffir-Simpson. Después de menguar a nivel 2, la madrugada del miércoles llegaba a las islas más occidentales del archipiélago de las Azores (Flores y Corvo), cada vez más habituadas al paso de huracanes, que amanecían con un temporal alarmante de olas y viento fortísimo. La recurrencia de estos fenómenos en el Atlántico oriental, que solía quedar fuera de la trayectoria de los ciclones tropicales, nos lleva a preguntarnos si puede estar relacionada con el calentamiento global.
Pongámonos en situación. Que un ciclón tropical se geste frente a la costa africana y se pasee por el Atlántico es relativamente frecuente, especialmente en la recta final del verano y la entrada del otoño. Generalmente, lo que ocurre después es que acaban en el Caribe, recogiendo por el camino el calor retenido en el océano. En 2017, Ophelia tomó rumbo a Europa, lo mismo que ocurrió con Leslie el año pasado. Es decir, Lorenzo no es el primer huracán que elige como destino el viejo continente.
*Imagen: Dirección prevista del centro de Lorenzo, ya como ciclón extratropical / Centro Nacional de Huracanes / NOAA
Si nos remontamos a tiempos más lejanos, antes de emerger las voces contra la crisis climática, encontramos que el huracán Debbie ya irrumpió en 1961 en las Azores con la misma categoría que Lorenzo este miércoles, e incluso se formó también frente a la costa de Senegal. Por aquel entonces los registros y satélites no existían, y la información se basaba en las observaciones de barcos y aeronaves. La falta de datos acabó en tragedia cuando Debbie se cobró la vida de los 60 pasajeros de un vuelo a su paso por las proximidades de la costa africana, antes de dirigirse a Irlanda seguramente como extratropical.
Años más tarde, en 1973, el huracán Fran, que se gestó en el archipiélago caribeño de las Antillas, también pasó por Azores para después tornarse extratropical y acabar en Europa, en su caso en la costa francesa.
Seguramente podríamos incluir más ejemplos a la lista, a pesar de los escasos documentos al respecto antes de la década de 1970, cuando empezaron a usarse los satélites. "Uno de nuestros problemas con los huracanes y el cambio climático es que los registros del pasado son muy limitados. Todavía hay muchas preguntas abiertas", reconoce Thomas R. Knutson, meteorólogo de la NOAA, según recoge el medio independiente 'Inside Climate News'.
Es decir, que un huracán pase por Azores no es novedoso. Sin embargo, lo que antes suponía un suceso atípico, se ha repetido en los últimos tres años, 2019 incluido, con Ophelia, Leslie y, ahora, Lorenzo. ¿Por qué? Asociar directamente al calentamiento global un fenómeno aislado no es correcto, pero una tendencia que demuestra una mayor frecuencia de ciclones tropicales en una determinada región, sí.
Aunque está por confirmar, unos océanos más calientes podrían tener algo que ver con la creciente frecuencia de ciclones tropicales –factibles sobre unas aguas a más de 26ºC– en el Atlántico oriental, así como anomalías que se dan en la circulación de la atmósfera. La FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) informó en 2017 de que "más del 90% del calor adicional generado por el cambio climático provocado por el hombre" es absorbido por nuestros océanos.
Así, la teoría de que la creciente temperatura de la superficie del mar tiene algo que ver con que hayamos hablado del huracán más potente registrado tan al este en el Atlántico, cobra fuerza. Habrá que esperar a un estudio que lo verifique.