El confinamiento ha conseguido que el Mediterráneo esté más azul y más lleno de vida que nunca. Los delfines y las ballenas necesitan silencio para comunicarse, pero el habitual ir y venir de las embarcaciones suele generar una barahúnda bajo el agua que lo dificulta mucho. Por eso es tan raro verlos cerca de la costa. Pero el ruido se ha parado, y ahora sus voces agudas son todo lo que se oye.
Con la colaboración ciudadana, la ONG Xalox ha puesto en marcha el programa 'Censando Cetáceos' para hacer un seguimiento de los delfines y ballenas que se acercan últimamente a la costa. Se están avistando en Valencia, en Mallorca, en Gibraltar… El espectáculo es digno de ver.
Las costas valencianas forman parte de la ruta habitual de los rorcuales, el segundo animal más grande del mundo, pero a pesar de su tamaño no es normal verlos desde tierra. Y no estamos, ni molestamos. El ruido de las embarcaciones de recreo ha desaparecido y los pesqueros son limitados. Resultado: los cetáceos se oyen entre ellos a kilómetros de distancia.
Así, a tan solo 700 metros del Port de L’Alcúdia (Mallorca), Perelló (Tarragona) o el Puerto de Sagunto (Valencia), vecinos con vistas al mar han conseguido grabar delfines y ballenas en grupos a sus anchas.
También están rescatando, con ayuda de los pescadores, tortugas que quedan enganchadas en las redes o que por algún motivo están heridas. Y no son las únicas buenas noticias en el mar. Hace poco, la fundación Fauna & Flora compartió un vídeo de una foca monje haciendo uso en el Mediterráneo de uno de los refugios artificiales que se han creado para favorecer su reproducción. A pesar de ser la única foca endémica del Mediterráneo, este mamífero se encuentra en peligro de extinción.