El estudio de la magnitud de las cenizas es uno de los parámetros que ayuda a saber cuánto más puede durar la erupción de La Palma. El volcán no ha dejado de expulsar ceniza, pero al haber cambiado a una fase efusiva no hay explosividad, y la ceniza no se aprecia igual: es más fina, se eleva más y viaja más lejos. Ante este escenario, los científicos piden colaboración ciudadana para el muestreo.
Esta noche no han caído 'bombas', porque el volcán ya no está explosivo. Tampoco las piedras de más de dos milímetros están siendo proyectadas fuera del área del volcán. Ahora está efusivo y, además de la lava, la ceniza es la protagonista, aunque parezca que hay menos.
Viaja en una nube a siete kilómetros de altura, distribuyéndose cada vez más lejos. Como los técnicos no llegan a todas partes para analizar la ceniza, piden a los palmeros que se conviertan en científicos por un día: en un cuadrado de 30x30 hay que recogerla con la ayuda de una espátula.
Lo más importante es geolocalizar con el móvil dónde se encuentra, y escribir si la ceniza es compacta o dispersa, además de marcar la bolsa con la fecha. Las propiedades físicas y químicas de la ceniza también ayudan a saber si el magma es evolucionado antiguo o se acaba de inyectar en la cámara del volcán. Todo para predecir cuánto va a durar la erupción volcánica.