El contacto de la lava con el mar supone unos riesgos delimitados y que afectan de forma clara a la población cercana, por eso se han producido confinamientos en las zonas cercanas a donde se espera que se produzca ese contacto. Los peligros van desde la toxicidad de la mezcla de gases a la posibilidad de que se vitrificarse, ser incorporada a la nube y caer en un entorno cercano en forma de esquirlas, según ha explicado el experto en vulcanología del Ilustre Colegio de Geólogos (ICOG), José Luis Barrera.
Una vez llegue al mar, alerta de los "efectos peligrosos" porque los propios gases del volcán se juntarán al vapor de agua del mar, que a veces incluye compuestos de cloro y de flúor, además de la propia salinidad del medio. Pero lo más significativo es que la lava, que está a mil grados centígrados al llegar al agua, a unos 24 grados centígrados, se enfriará y si este enfriamiento se produce muy rápido -según el aporte de lava-- la colada no se cristalizará sino que se vitrificará.
Este proceso de vitrificación retraerá el cuerpo de lava, que se romperá en esquirlas que saltarán desde la superficie y se mezclarán con la columna de gases. El experto en vulcanología explica que esa es la razón por la que se ha acotado la zona prevista de la llegada de la lava, para que los barcos no se acerquen a menos de dos kilómetros de la costa, ni tampoco la población, aunque este área de exclusión podría variar en función de cómo varíen los vientos. "Sería como si llovieran cristales", compara.
El experto en vulcanología explica que esa es la razón por la que se ha acotado la zona prevista de la llegada de la lava, para que los barcos no se acerquen a menos de dos kilómetros de la costa, ni tampoco la población, aunque este área de exclusión podría variar en función de cómo varíen los vientos. "Sería como si llovieran cristales", compara.
Otro de los efectos nocivos de la llegada de la colada volcánica al mar será la destrucción de parte de la fauna y la flora allí donde ésta se deposite, pero confía en que pasado un tiempo todo vuelva a su sitio. "Eso lo vimos claramente en el volcán submarino de La Restinga, donde al poco tiempo volvió la flora y la fauna", ha concluido.
En declaraciones a Europa Press tras la parada puntual de la actividad exterior del volcán de La Palma, que lleva en plena erupción desde el pasado domingo, 19 de septiembre, ha destacado que ese parón se produce por "falta de suministro" en la cava magmática, a unos 2 kilómetros de profundidad. La erupción está provocada por los gases, que son los que arrastran el magma, pero si faltaba suministro de gases en la cava magmática --a dos kilómetros--, entonces éste no podía salir al exterior. Pero una vez los gases han vuelto a empujar el magma ya ha comenzado a salir lava de nuevo.
No menos cierto es que desde la pasada madrugada se ha contabilizado 16 terremotos, más al sur del volcán, a unos 8 o 12 kilómetros de profundidad. De ese modo, el experto no descarta que la actividad volcánica pueda abrir por otro punto de la isla, algo que tampoco se puede confirmar. "No se puede descartar que se abra otro punto en la isla porque el magma está buscando otra salida, pero tampoco se puede saber cuánto tiempo estará activo el volcán".
"No hay ningún elemento nuevo para pensar que la erupción ha terminado. No se puede saber y no habrá indicio de ello hasta que empiece a apagarse la chimenea entera y desaparezca por completo la sismicidad", asegura. Así, recuerda como las semanas previas al inicio de la erupción la sismicidad comenzó más al sur y desde allí fue migrando al norte, para abrir definitivamente en Cumbre Vieja.
Respecto a la posible llegada de la colada volcánica al mar, señala que la anchura del frente de la lava es de un kilómetros, una vez que se han unido las dos vías pero que en la parte central la está embalsada y hasta que no supere ese ahondamiento no recuperará más velocidad.