Diarios como el 'Daily Mail Australia', 'ABC News' o la 'CNN' se hicieron eco la semana pasada de una historia bonita y curiosa en la misma medida. Un supuesto perrito apareció de la nada en el jardín de unos vecinos en el estado australiano de Victoria, al sur del país, llorando y medio herido. Lo dueños dejaron estar el hecho de que les resultaba incomprensible que hubiera podido colarse y le acercaron al veterinario, y ¡sorpresa! No se trataba de un perro, sino de un dingo alpino de raza pura, una subespecie de lobo considerada 'vulnerable' que podría desaparecer. Pero ¿cómo aterrizó en el césped de unos australianos?
Los veterinarios no salían de su asombro al descubrir en el test de ADN la verdadera identidad de Wandi, como le han bautizado. En el entorno donde apareció no había otros, ni rastro de su posible procedencia. La única posible respuesta al misterio fue que un ave rapaz, seguramente un águila, lo 'secuestrara' con sus garras como presa -así parecen confirmarlo unas marcas en su espalda- y lo dejara caer sin querer, con la suerte de que aterrizó en el jardín correcto sin lastimarse. Es decir, Wandi es literalmente un regalo del cielo.
"Cuando nos lo trajeron tenía aproximadamente ocho o diez semanas", le dijo el veterinario del Hospital de Animales Alpino de la zona al diario 'ABC News'. Actualmente juega con otro cachorro de su especie en un santuario llamado Australian Dingo Foundation, donde procuran recuperar los pocos ejemplares auténticos que sobreviven. Su innegable parecido con los perros es precisamente su mayor problema. Con la construcción de viviendas en las zonas que solía habitar, los perros domésticos han ido cruzándose con los dingos y, en la actualidad, la mayoría es una mezcla entre ambos.
Desde que fue encontrado, Wandi arrasa en Instagram. El centro que cuida de él comparte fotos continuamente de su evolución y su cara entrañable y juguetona se lleva más de 4.000 likes en algunas publicaciones, por no hablar de los 23.000 seguidores de la cuenta.