El acercamiento de Elon Musk a Donald Trump no es lo único que impulsa el éxodo de miles de usuarios de X (Twitter) a otras redes sociales. Todo ello viene acompañado de un estudio recientemente publicado en la revista ‘Nature’ que confirma lo que ya se sospechaba: la polarización política en X sigue los mismos patrones en los nueve países estudiados (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Polonia, España, Turquía, Reino Unido y Estados Unidos).
El grupo de investigación recopiló todas las publicaciones públicas de X durante las 24 horas del día 21 de septiembre de 2022, lo que puede limitar un poco los resultados. En total, se analizaron 375 millones de tuits, incluyendo interacciones como retuits y me gusta. El estudio define la ideología de los usuarios en función de su respaldo a políticos electos a través de la plataforma.
Los investigadores han constatado que la conversación en la red social está dividida en distintos grupos ideológicos (normalmente diferenciando entre derechas e izquierdas). Lo que se ha observado es que las interacciones entre miembros de grupos opuestos son más tóxicas que entre las de aquellos pertenecientes a una misma ideología. Esto refutaría la teoría de las redes sociales como espacio abierto al debate público.
Por si fuera poco, los investigadores también han concluido que los usuarios de una ideología determinada son menos propensos a dar ‘me gusta’ a aquellos que no piensan como ellos. Como se relacionan menos entre ellos, eso puede contribuir también a la formación de cámaras de eco, en las que las ideas de un usuario se retroalimentan con las de la comunidad sin contraponerse a los que no piensan igual. Esto puede producir la falsa idea de que lo que se lee en X es lo que opinan la mayoría de los ciudadanos, cuando en realidad el algoritmo prioriza publicaciones que refuerzan lo que ya crees.
Los que piensan de una determinada forma, también suelen diferenciar entre aliados y enemigos. De alguna manera, suelen retuitear los mensajes de aquellas cuentas que opinan como ellos, mientras que usan las menciones como forma de contestar a aquellos que no opinan lo mismo. Esto puede reforzar la polarización y dificultar la creación de un espacio de debate entre personas que no opinan igual.
Aunque la investigación evidencia la existencia de polarización en X, no aborda otras redes sociales, como podrían ser TikTok, Twitch o Instagram, donde también se comparten contenidos políticos. La ventana temporal tan breve, de solo 24 horas, puede limitar también los resultados.
Además, hay que considerar que el estudio ha simplificado entre izquierda y derecha. En el caso español, por ejemplo, las dimensiones políticas son mucho más complejas: la izquierda se divide en diferentes ideologías, al igual que la derecha. Todo ello sin entrar en el eje nacionalista y el independentismo. Una aproximación más detallada al caso español debería tener en cuenta todas estas aristas para de verdad reflejar la polarización en internet.
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