Nos faltan días. Seguro que lo ha notado: hay más días internacionales de lo que sea que jornadas tiene el año. Solo en el mes de marzo hemos tenido ochenta y nueve, desde el Día de la Mujer y del Padre hasta el de la Silla de Ruedas o el de la Tortilla de Patatas. Incluso, tenemos uno, el 19 de marzo, de reconocimiento a un extraño ser en peligro de extinción: el taxónomo.
¿Para qué sirve un taxónomo? Quizás solo para hacer la pregunta del Pasapalabra “Contiene la X, persona que se dedicaba a clasificar la vida”. Pues sí, nos referimos a esos seres que nos permitían conocer a las especies que comparten con nosotros este planeta, clasificándolas con un criterio coherente, evolutivo. Vamos, el científico que descubría y ordenaba toda la vida de la Tierra. Disculpe que hable en pasado, es que ya van quedando pocos.
Coincidiendo con ese día, WORMS, el registro mundial de las especies oceánicas, publicó el Top 10 de nuevas especies marinas descubiertas en 2023. En la lista hay un poco de todo, desde un pingüino fósil gigante hasta una esponja carnívora, pasando por una pequeña sepia, la rara medusa Santjordia pagesi o el gusano de neón del que ya hablamos con ocasión de su descubrimiento.
Las especies marinas del Top 10 del año 2023: Abyssocladia falkor, Tetranemertes bifrost, Alaysia solwarawarriors, Kodama jujutsu, Nautilus samoaensis, Xyloplax princealberti, Dorymenia boucheti, Halgerda scripta, Kumimanu fordycei y Santjordia pagesi. WORMS
Una buena excusa, de paso, para abordar algunas curiosidades que no dejan de sorprendernos. Por ejemplo…
Como señaló el zoólogo Rober May en Science, esta pregunta sería una de las primeras que nos haría un extraterrestre y nos avergonzaríamos de la incertidumbre de nuestra respuesta. Y es que no tenemos ni idea.
Podemos dar una horquilla, emulando al CIS de Tezanos, entre 3 y… 100 millones de especies. Eso sí que es precisión científica. Y eso que no consideramos a microrganismos como las bacterias y los virus, que entonces la cifra se dispararía hasta los miles de millones. No deja de ser sorprendente que nos preocupemos por conocer si hay vida en otros planetas –gastándonos un pastón– cuando todavía no hemos sido capaces de conocer a todas las especies que hay en este, el único con vida.
Hasta el siglo XVIII no contamos con el primer catálogo sistemático, el Systema Naturae (1758) de Linneo, donde se recogen unas 9.000 especies.
Desde entonces, se han venido añadiendo más a la lista a un ritmo muy dispar, dependiendo del grupo taxonómico. Los que más atención han recibido son los animales terrestres de pelo y pluma, los más grandes y los más visibles.
Fracción de especies de aves descritas desde el Systema Naturae. Juan Junoy.
Se conocen actualmente unas 10.000 especies de aves. De la existencia de la mitad de ellas ya se sabía a mediados del siglo XIX, y solo dos o tres se van añadiendo anualmente al catálogo mundial. Pero no podemos decir lo mismo de animales de pequeño tamaño que no suelen ser tan populares, como las arañas y los escorpiones.
De los arácnidos, se conocen unas 45.000 especies; la mitad de ellas no fueron descritas hasta la mitad del siglo XX y cada año se añaden centenas más.
El asunto se complica si consideramos especies todavía menos atractivas –aunque no se lo crea, hay bastantes zoólogos fascinados por las arañas– como puedan ser los nemátodos, esos gusanos entre los que se encuentra una especie de infaustos recuerdos infantiles, la “lombriz intestinal”. Se calcula que actualmente tan solo conocemos un cuarto de las especies de nemátodos; presumiblemente habría más de 100.000.
Así, a medida que disminuimos el tamaño, aumenta el número de especies y también el desconocimiento de su diversidad. Sabemos cuántas hay de elefantes –tres– pero estamos muy lejos de saber cuántas existen de hormigas.
El mar, el origen de la vida en la Tierra, es otra gran incógnita. Representa la mayor extensión del planeta, más del 90% del espacio disponible para la vida. Sin embargo, pierde la batalla del número de especies frente a tierra firme.
Hace unos 800 millones de años se originaron en las aguas los primeros animales pluricelulares, que no salieron a tierra firme hasta hace unos 500 millones de años. Pero el incremento en la biodiversidad terrestre se aceleró hace 125 millones de años, cuando surgieron las plantas con flores y se expandieron por el medio terrestre.
Estas plantas son constructoras de ecosistemas, crean infinidad de nichos ecológicos, especialmente para los insectos, los campeones de la biodiversidad. Tanto es así que, ante un examen de identificación que se basara únicamente en la proporción de especies conocidas, si catalogáramos algo como “insecto” tendríamos más del 50% de probabilidades de acertar.
Fauna del Cantábrico. Juan Junoy
En tierra firme es más fácil que las barreras físicas provoquen el aislamiento genético requerido para la formación de nuevas especies, mientras que vemos el mar como un medio homogéneo, sin barreras. No podemos ver elefantes africanos fuera de ese continente –excepto en el zoo, claro– pero sí que podemos encontrar orcas por todos los océanos del mundo.
Además, muchas especies marinas que viven en el fondo poseen un excelente método de dispersión mediante larvas pelágicas que flotan en las aguas, lo que facilita la colonización y aumenta el flujo genético entre poblaciones.
En números redondos, hemos descubierto unas 245.000 especies en el mar, pero se calcula que es tan solo un 10% de las que hay. Esta falta de conocimiento se debe, sin duda, a las complicaciones inherentes a la investigación marina. No es de extrañar que en tan solo una reciente campaña en aguas de Nueva Zelanda, de tan solo tres semanas de duración, se descubrieran más de 100 nuevas especies.
La respuesta es sencilla: no. No hay una especie más valiosa que otra. Pero vivimos en un mundo en que todo se basa en el décimo, no solo de lotería: Diez lugares que debe visitar, Diez películas que debe ver, Diez comidas que no puede perderse, Las diez mejores canciones en español… Y esa moda ha llegado también a los taxónomos marinos como un método de captar la atención del público.
Cada año, de las aproximadamente 2.000 especies nuevas que se describen en los mares, los investigadores de WORMS eligen a diez criaturas marinas particularmente asombrosas, que sean notables tanto para la ciencia como para el público. Cada una de ellas tiene su propia historia, abarcando desde lo extraño a lo desconcertante y asombroso. Le invitamos a conocerlas.
Artículo realizado por Juan Junoy (Catedrático de Biología Marina, Universidad de Alcalá).