Las playas de Galicia, convertidas de nuevo en cementerios de delfines

Este fin de semana una vecina de O Grove denunció la aparición de varios ejemplares de delfines muertos en la playa de Area da Cruz, un suceso que, por desgracia, no es la primera vez que pasa en Galicia, a cuyos arenales llegan decenas de delfines y otros cetáceos arrastrados por las mareas casi a diario.

A lo largo de los últimos tres meses, la misma vecina ha contabilizado otros siete delfines en la misma playa pontevedresa y en todos los casos llevaban cabos atados a sus colas.

Lo ha hecho público el diario Faro de Vigo, que añade que desde que arrancó el 2024 han llegado a la costa de Galicia cerca de 300 cuerpos de delfines, y el año pasado unos 730 animales, lo que califica como “una muerte masiva y pasiva” ya que en ocasiones “pasan meses” hasta que los concellos actúan y retiran los cadáveres de las playas.

Según explican desde la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), lamentablemente “estas estampas no son algo raro o poco común”, y añaden que “es una zona en la que se producen varamientos con frecuencia”.

Normalmente se trata de ejemplares que son capturados de forma accidental por los pesqueros, que los devuelven al mar porque en el barco no tienen espacio para ellos. Además, según añade Xabier Pin, presidente de la Cemma, “si los traen a puerto tienen miedo de que la gente se les eche encima”, explica.

Una situación complicada de gestionar

“Se intentaron varios proyectos para que los trajesen a puerto, pero es una situación muy complicada de gestionar”, añade Pin.

Esto no quiere decir que todos los varamientos que se producen en las costas gallegas sean por dicha causa, “ni mucho menos”, insiste, pero un gran porcentaje aparecen en las redes pesqueras y son devueltos al mar.

Si bien los ayuntamientos son las instituciones que se tienen que hacer cargo de esta silenciosa problemática, añade la prensa, en ocasiones pasan semanas descomponiéndose en los arenales, para malestar de vecinos y visitantes.

Una vez recogidos los cuerpos, las autoridades competentes los trasladan a una planta de tratamiento de residuos especializada, en la que incluso se puede revalorizar la materia orgánica que llega convirtiéndola, por ejemplo, en materia prima para biodiesel.

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