Un nuevo estudio realizado con datos de 93 ciudades europeas ha destapado una cruda realidad: el efecto isla de calor produce más del 4 % de las muertes en verano, y España está entre los países más afectados. Según los expertos, un tercio de esas muertes podrían evitarse plantando más árboles.
La exposición al calor se ha asociado con mortalidad prematura, enfermedad cardiorrespiratoria e ingresos hospitalarios. Esto es particularmente cierto para las olas de calor, pero también ocurre con temperaturas moderadamente altas en verano, sobre todo en las ciudades, donde se produce lo que se conoce como el “efecto isla de calor”.
El efecto isla de calor afecta a muchas ciudades, y se explica por principalmente por los siguientes motivos: menos vegetación, mayor densidad de población y superficies impermeables para edificios y carreteras, incluido el asfalto, conducen a una diferencia de temperatura entre la ciudad y las áreas circundantes.
En España, se estima que el último verano fallecieron más de 4.700 personas en España por causas relacionadas con el calor. Solo en la Comunidad de Madrid, se calcula que 1.300 personas murieron por las altas temperaturas.
Los resultados del nuevo estudio, publicado en la revista The Lancet y liderado por el Barcelona Institute for Global Health (ISGlobal), institución apoyada por la Fundación La Caixa, señalan que "6.700 muertes prematuras podrían atribuirse a temperaturas urbanas más altas, lo que representa el 4,3 % de la mortalidad total durante los meses de verano”.
De junio a agosto de 2015, las ciudades fueron en promedio 1,5 ºC más cálidas que el campo circundante. En España, seis ciudades se encuentran entre las diez de Europa con más muertes por calor: Barcelona, Málaga, Madrid, Palma, Sevilla y Valencia.
El primer puesto es para Barcelona, la ciudad con mayor mortalidad atribuible al efecto isla de calor en verano (el 14,8 % de las muertes totales). Le siguen Málaga y Madrid.
Se estima que un tercio de las muertes atribuibles a las islas de calor podrían evitarse si los árboles cubrieran el 30 % del espacio urbano, dado que esto reduciría considerablemente la temperatura en las ciudades.
“Nuestros resultados también muestran la necesidad de preservar y mantener los árboles que ya tenemos porque son un recurso valioso y se necesita mucho tiempo para que crezcan nuevos árboles”, dice Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal. Y no es solo una cuestión de número de árboles, también es importante su distribución, asegura.
“Aquí solo observamos el efecto refrescante de los árboles, pero hacer que las ciudades sean más verdes tiene muchos otros beneficios para la salud, incluida una mayor esperanza de vida, menos problemas de salud mental y un mejor funcionamiento cognitivo”, agrega.
Además de la plantación de árboles, dicen los autores, sería conveniente estudiar otras alternativas para reducir la temperatura en las ciudades, como los techos verdes en los edificios.