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Los cigarrillos electrónicos o vapeadores se han convertido en una moda de consumo de la que no se tiene evidencia de "cuanto menos dañino es" respecto al cigarrillo convencional. Una falsa creencia sobre vapear, que aumenta el riesgo de insuficiencia cardíaca y podría tener efectos nocivos aún mayores.
”Tenemos evidencia de estudios de laboratorio de que los dispensadores de nicotina tienen sustancias dañinas cardiovasculares, pulmonares y de riesgo oncológico. Se ha visto que hay partículas que pueden originar cáncer”, explica el neumólogo del Hospital Clínic de Barcelona, Jacobo Sellarés, a Informativos Telecinco.
Estos vapeadores suelen contener nicotina y otras sustancias adictivas, aunque no tabaco, y normalmente en proporciones menores que las que se generan en un cigarrillo normal. Unos componentes que dañan los pulmones, el corazón y también puede provocar enfermedades como el cáncer.
"Lo que estamos diciendo es que no es un consumo seguro. Sabemos que hay datos de personas que de manera aguda les ha producido daño en el pulmón", añade Jacobo Sellarés.
Una tendencia de consumo al alza entre los jóvenes, que se han convertido en un consumidor potencial al que la industria intenta atraer con cigarrillos electrónicos atractivos para ellos. Este perfil joven también se combina con el de los fumadores habituales, de todas las edades, que tratan de dejar el cigarrillo convencional.
"No se puede comprobar al cien por cien que ayude a dejar de fumar, puede ser una forma, pero hay tratamientos mucho mejores", culmina el neumólogo del Hospital Clínic de Barcelona.
El último estudio publicado sobre personas que vapeaban ha concluido con el resultado de que estos usuarios tienen casi una quinta parte más de probabilidades de desarrollar insuficiencia cardíaca, una enfermedad que puede conducir a la muerte.
El Dr. Yakubu Bene-Alhasan, autor de la investigación reconoció que “cada vez más estudios vinculan los cigarrillos electrónicos con efectos nocivos y descubren que podrían no ser tan seguros como se pensaba anteriormente”.
El doctor reconoce que los estudios deberían haberse realizado mucho antes “especialmente teniendo en cuenta cuánto terreno han ganado los cigarrillos electrónicos”.
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