El Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, el Hospital Parc Taulí de Sabadell y el Hospital de Bellvitge de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) han implantado con éxito un nuevo modelo de marcapasos que utiliza sensores que reconocen automáticamente cuando el paciente está en una resonancia magnética.
Una vez finalizada la prueba, el dispositivo vuelve a su programación, por lo que los pacientes no tienen que visitar al cardiólogo para llevar a cabo esta acción, antes y después de realizarse una resonancia magnética, informan en un comunicado conjunto este lunes.
El nuevo dispositivo TRC-P Amvia de Biotronik reduce también el riesgo de los pacientes a desarrollar una miocardiopatía inducida por la estimulación.
Este nuevo modelo de marcapasos “mejorará la calidad asistencial del paciente, porque no tendrá que desplazarse para programar el marcapasos cuando haya que realizar una resonancia, y también la calidad laboral del profesional, que podrá centrarse en otros aspectos", según explican desde el Parc Taulí.
Por su parte, el doctor Ignasi Anguera, director de la Unidad de Arritmias y Electrofisiología del Hospital Universitario de Bellvitge, ha destacado que este nuevo modelo “también incorpora un sensor especial que permite al marcapasos acelerar el ritmo de las pulsaciones al nivel de actividad de la persona, lo que contribuirá a la mejora de la calidad de vida del paciente.
Los tres pacientes escogidos tenían perfiles muy distintos. El Parc Taulí implantó el nuevo marcapasos a un hombre de mediana edad con déficit de latidos, que le provocaba dificultades hemodinámicas.
En cambio, el paciente escogido en el Hospital de Bellvitge fue una persona joven que, además de beneficiarse del sensor de actividad, lo hará también de la adaptabilidad a la resonancia magnética, puesto que es muy probable que necesite esta exploración en los próximos años.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en los países occidentales. Además, debido al envejecimiento de la población, se estima que su prevalencia irá incrementándose en las próximas décadas, lo que representa una amenaza para la calidad de vida de las personas y para la sostenibilidad del sistema sanitario.
En este contexto, se ha evidenciado un crecimiento exponencial de las necesidades de conocimiento y habilidades prácticas de los profesionales sanitarios que están al servicio de la atención y la prevención de las enfermedades cardiovasculares, junto con la necesidad de impulsar una medicina cada vez más tecnológica y una formación orientada al terciarismo de los especialistas en cardiología o cirugía cardíaca.
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