El Ayuntamiento de Barcelona ha instalado un nuevo pavimento con residuos de plásticos no reutilizables y de tóner de impresoras en una calle del distrito de Sant Andreu.
La producción del nuevo material ha emitido 14 toneladas de dióxido de carbono (CO2) menos y ha empleado 3.717 kilos de plástico no que no se podían reciclar, que equivaldría a 2.478 bolsas domésticas de basura llenas de plástico.
Esta pavimentación forma parte de una prueba piloto para evaluar su resistencia al tráfico y mejorar la sostenibilidad de las calles.
La iniciativa también permite disminuir la cantidad de emisiones de CO2 gracias a los residuos de plástico, que permiten sustituir a una parte del betún.
Esta mezcla de sustancias orgánicas forma parte de la mezcla bituminosa que se utiliza para generar el pavimento, con el correspondiente ahorro en emisiones durante su fabricación.
De este modo, también evitan el posterior tratamiento de residuos que debería realizarse sobre estos plásticos, favoreciendo así la mitigación de los efectos del cambio climático y el ahorro de emisiones de gases de efecto invernadero.
Con las propiedades del residuo de tinta de tóner esperan "mejorar la vida útil" del pavimento. "Ofrece un nuevo tratamiento anticarburante que evita la contaminación y los daños que generan los derrames de carburantes en los pavimentos", explican desde el consistorio.
Gracias a ello, la aparición de roderas prematuras debido a las deformaciones por el paso de autobuses también se retrasan debido a su rigidez.
De momento, esta prueba piloto ya se ha puesto en marcha en el paseo de la Verneda o la calle de Aragó, aunque en el caso de la calle Josep Soldevila es la primera vez que incluyen también el residuo proveniente de los tóners.
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