Greenpeace ha lanzado una campaña para concienciar sobre el consumo excesivo de ropa. Y es que una persona utiliza una tonelada a lo largo de su vida. En su mayoría, acaban incineradas o en vertederos de países de Asia o de África. Así, la organización ha geolocalizado 29 prendas antes de depositarlas en un contenedor de reciclado textil para ver cuál es su huella en el medio ambiente. Los resultados de la investigación se han mostrado en una fecha muy próxima al Black Friday, unos días donde se produce compra masiva de productos.
Cuatro meses después de haberlas depositado, casi la mitad de todas ellas habían salido de España y una se encontraba en Chile y dos han acabado en un circuito ilegal. De casi una treintena de prendas de ropa, tan solo una se ha reutilizado tras acabar en una tienda de Rumanía. Greenpeace denuncia que la economía circular que promueven las marcas “dista mucho de los resultados”, ya que no acaban donde nosotros creemos.
La organización ecologista utilizó contenedores de diferentes zonas del país para llevar a cabo la investigación: A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Castellón, Granada, Madrid, Málaga, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla y Valencia. Un 48% de las prendas se han localizado en ocho países diferentes. Los principales destinos han sido Emiratos Árabes Unidos, por donde han pasado cinco de ellas, y Pakistán, donde se han localizado cuatro. Así, también han acabado en India, Rumanía, Egipto, Marruecos, Togo y Chile, un país que cuenta con uno de los casos de contaminación por residuos textiles más emblemáticos.
Una de las principales conclusiones es que no existe una diferencia significativa entre el destino que sigue la ropa que se deposita en los contenedores municipales y los de las tiendas de ropa. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, el 41% de los textiles usados que se exportaron acabaron en Asia en 2019. La mayoría acaban siendo trapos o rellenos industriales. El 46% terminó en África, donde se utilizan principalmente para la reutilización local pero la EEA estima que un 40% termina en vertederos.
Greenpeace alerta sobre las consecuencias del consumo textil. En las últimas dos décadas, se ha triplicado la exportación de ropa usada desde la Unión Europea: desde 550.000 toneladas en el año 2000 hasta casi 1,7 millones en 2019. Esto supone un promedio de 3,8 kilogramos por persona. Aunque no es muy habitual que las prendas acaben en América, hay dos países que reciben más de 500 toneladas anuales de ropa usada desde España: República Dominicana y Chile, donde se acumula cantidades ingentes de ropa en el desierto de Atacama. La organización advierte sobre esta problemática y lanza una pregunta para todos: ¿podemos mantener estas cantidades sin que afecte más al clima?
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