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Hugo tiene once años, le gusta ir al aeropuerto a ver aterrizar y despegar aviones y tiene una aplicación en el móvil que le dice qué vuelos hay en el cielo en cada momento. "Sabe la compañía, el origen y el destino", dice su madre Jessica y es que su hijo tiene auténtica pasión por la aviación desde hace años.
De pequeño jugaba con aviones, pero hoy ya no los ve como juguetes. Los estudia, se los aprende y los guarda en su cuarto, como la maqueta perfecta que tiene del A380 Emirates Destination Dubai. "Es mi avión favorito por sus ruedas, sus alas, sus dos plantas", dice Hugo, "y si hablamos de los motores ya ni te cuento".
En redes sociales el pequeño sigue cuentas vinculadas con la aviación y entre sus amigos está Félix, un vecino piloto profesional con el que suele hablar de aviones y al que pide consejos para conseguir su sueño: convertirse en piloto. "Y si no por lo menos el que hace las señales a los aviones", se resigna Hugo, "tengo que estar en contacto con aviones".
De momento solo ha volado una vez, fue un vuelo desde Sevilla, donde vive, hasta Barcelona. En su memoria guarda el viaje de principio a fin. "Me encantó", confiesa, "sobre todo el despegue por la presión y lo rápido que va por la pista y luego el aterrizaje cuando sientes como un bache".
Su obsesión por volar es tan grande, que este año los Reyes Magos decidieron cumplir su sueño... pero en tierra. Así que entre los regalos, le dejaron una tarjeta con una invitación a un simulador de vuelo profesional para que experimentara lo que siente un piloto.
"Lloró emocionado al verlo", dice Jessica. Desde entonces Hugo contaba los días para poder ponerse a los mandos del simulador. "Me hizo llamar para reservar la cita con muchísima antelación", cuenta su madre a Informativos Telecinco, "estaba nerviosito perdido".
Por fin llegó el día y Hugo y su madre se plantaron en Utrera, en Sevilla, donde Rodolfo gestiona Heronfly, una empresa que ofrece una de las experiencias más realistas de pilotar un avión. "Aquí viene mucha gente que se está preparando para ser piloto", dice Rodolfo.
Sin embargo, no es tan habitual que sea un niño de once años quien contrate el servicio... y menos aún que muestre tanto interés. "No dejaba de preguntar", recuerda su madre, "preguntaba qué sucedería si de repente había un ave, o si pasaba uno u otra cosa".
Durante la sesión, Hugo no dejó de asombrarse. "Fue una pasada pilotar", cuenta el pequeño, "me quedé impactado con el simulador, tan grande y con tantos botones". Pero allí estaba él, a los mandos de un A320 de Lufthansa a punto de despegar desde Sevilla con dirección a Faro, en Portugal.
El vuelo, que se desarrolla en tiempo real, se ha quedado ya guardado para siempre en la memoria de este pequeño que sueña con ser piloto algún día, pero que sin despegar los pies del suelo hoy ya sabe lo que es volar... volar es cumplir tus sueños.
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