La historia de Julia comenzó el Día de Navidad cuando sus padres disfrutaban de una fiesta familiar en Los Palacios y Villafranca, tal y como lo cuenta ‘El Correo’. Aunque su madre, Concha, se encontraba en buen estado todo cambió por la noche. Tras comenzar a tener molestias que no cesaban, la pareja decidió acudir al hospital, donde la joven estuvo en monitores. Al pasar la noche allí y ver que no dilataba, los médicos mandaron a la pareja a casa, ya que se trata de una situación muy común en las madres primerizas. Una hora después, Julia nació en casa.
La pareja solo tuvo tiempo de pasar por una farmacia y comprar los sobres que le habían mandado en el hospital. Nada más llegar al domicilio, Concha se dio una ducha y, al salir, su marido Lito vio cómo se puso de rodillas en el suelo. Su hija Julia estaba en camino.
Lito cuenta la historia de una forma relajada, pero reconoce que esos instantes estuvieron marcados por la tensión y la frustración de no saber qué hacer. En medio de la inesperada escena, Lito recibió una llamada de su primo y le pidió que acudiese a la vivienda. Una vecina, alertada por los gritos y las voces, también fue al domicilio. Ambos llegaron antes que la ambulancia.
Afortunadamente, el hermano de una cuñada es matrón y pudo asistir el parto de Concha. Según Lito, él se encargó de todo. Así, su primo le desenrolló el cordón umbilical a Julia y Manolo, el hermano de su cuñada, le hizo un torniquete al cordón de la madre después de cortarlo. Al llegar la ambulancia, los padres y la pequeña fueron trasladados al hospital para terminar de sacar la placenta y limpiar a la bebé. Una historia que acabó con un final feliz y con la pequeña Julia pesando tres kilos y 700 gramos ante la incredulidad de la enfermera que les dio la cartilla una hora antes.
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