No busquen nieve en esta historia, ni esperen villancicos adornando el final, pero están a punto de leer un auténtico cuento de Navidad. En pleno centro de Cádiz y a dos días de que llegue Papa Noel, la pequeña lencería de Luisa apenas había vendido un solo regalo... hasta que su hija Marina obró el milagro.
"Mi madre estaba muy triste", dice Marina. Sin ventas, su madre era incapaz de afrontar el pago de los últimos pedidos de mercancía. Años atrás la Navidad habría sido un respiro para su negocio. Ahora el futuro de su tienda, con casi 25 años de historia, estaba en el aire.
"Antes la gente venía y compraba lencería, pijamas o alguna bata para regalar", recuerda Luisa González. Sin embargo, la llegada de las grandes cadenas y las plataformas de venta online han reducido sus ventas. "Yo ayudaba a mi madre como podía entregándole la mitad de mi sueldo", dice la hija de Luisa, "pero no era suficiente".
Como ya no sabía qué más hacer, Marina decidió desahogarse y pedir ayuda en su perfil de la red social X . "En los últimos años la tienda de Lencería y baño de mi madre, Azahar Lencería, no va tan bien como debería", escribió Marta, explicando la situación del negocio de su madre.
Minutos después, ocurrió lo inesperado. Su mensaje lo empezaban a compartir miles de cuentas y horas después ya lo habían leído más de un millón y medio de personas. "No esperaba tanta repercusión", dice Marina sorprendida, "mi madre está súper emocionada".
El apoyo ha sido masivo. No solo con mensajes en defensa del comercio de barrio, sino también con visitas a la web de la tienda. "Llegamos a tener 1.000 visitas a la vez cuando lo normal son 4 ó 5", explica Marina. Y no solo mirando, también comprando.
En su momento llegaron a contar hasta 39 carritos de compra a la vez y al llegar esta mañana tenían 14 pedidos. "Ni en un mes entero tengo tantos pedidos", añade Luisa, que ahora prepara los paquetes con su hija para enviar a Madrid, Barcelona, el norte de España, Levante y también Andalucía.
"Estaré eternamente agradecida", dice Luisa, con la sonrisa de quien ha recuperado la esperanza. No solo por las ventas, sino por los cientos de mensajes de ánimo que ha recibido y que le dan fuerzas para seguir luchando contra gigantes en su pequeña lencería de Cádiz.
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