Como tantos jóvenes de la actualidad, sin importar de la generación de la que provengan, Noa es una chica de 17 años que sufrió acoso escolar en el instituto. Sus compañeros de clase la insultaban y le robaban sus pertenencias, lo que causó en ella una ansiedad tan alta que llegó a autolesionarse. Afortunadamente, gracias al apoyo incondicional de su familia, consultó con una terapeuta, que le recomendó hacer terapia con perros. Y gracias al cariño y lealtad que le mostraron estos nobles animales, Noa consiguió salir adelante.
Así lo ha contado ella misma en la campaña de la Fundación Affinity y la Agencia Manifiesto, que pretende establecer la relación entre el contacto con los animales y la mejoría de la salud mental. "Si los perros no hubieran estado en mi recuperación, yo hubiera seguido lesionándome. En primero de la ESO empecé a sufrir acoso escolar y, por eso, empecé a autolesionarme. Primero eran cortes superficiales y luego pasaron a ser más profundos, hasta que llegó un punto en que pensé que quería quitarme la vida", dice Noa en el impactante vídeo de la campaña.
El amor incondicional y la ausencia total de prejuicios que le transmitió su primer perro, Gaspar - que ya era viejito cuando lo adoptó - y también su perro actual, Balder, han sido claves para salir de "su bucle de malestar". Gracias a ellos y al apoyo total de su madre, Noa está "mucho mejor que antes", no sólo en lo que respecta a todo el dolor que sufrió en el pasado, sino también en lo relacionado con sus proyectos de futuro.
Gracias a esta epifanía animal, Noa se ha formado en Terapias Asistidas con Animales y su intención es "poder ayudar a otros adolescentes" que hayan sufrido bullying y/o trastornos del comportamiento como el suyo. Y, por supuesto, con la intervención de los perros como parte fundamental de las terapias.