Queda menos para el juicio final y la memoria jugará un papel esencial. Este martes 12 de diciembre se ha celebrado en Tailandia la última vista preparatoria antes del juicio contra Daniel Sancho, acusado de asesinar a Edwin Arrieta, con cargos adicionales de ocultación de cuerpo, además de sustracción y destrucción de documentación ajena.
La cuenta atrás para evitar la pena de muerte ha comenzado, y para la defensa será clave demostrar que no hubo premeditación. Para ello, los abogados del joven español procurarán modificar los cargos de asesinato premeditado. Buscarán demostrar que fue homicidio, quizá imprudente y, con suerte, admitiendo circunstancias atenuantes, como un posible estado mental transitorio.
Al juicio acudirán hasta 57 testigos. Entre ellos, también un posible testigo protegido. El asesinato se cometió el pasado 2 de agosto: para cuando se celebre el juicio, que será el 9 de abril, habrán pasado ocho meses. Para entonces, la memoria del desfile testimonial se habrá visto afectada, posiblemente, deteriorada.
Tal como reflejan los estudios en psicología cognitiva, uno de los principales inconvenientes de la memoria no es el olvido, sino el propio recuerdo. La memoria no es estática, es un proceso dinámico en el que interceden múltiples factores que pueden llegar a modificar su exactitud. Los recuerdos van adquiriendo tintes distintos a medida que se suceden circunstancias y tiempo, por lo que su fiabilidad queda reducida. No podemos fiarnos ni de nosotros mismos, como para hacerlo de nuestros propios recuerdos.
Por eso nace la “psicología del testimonio”. Si el proceso de recuperación de recuerdos ya es per se tedioso, bajo las circunstancias de un juicio aumentan los factores de distorsión. Durante el proceso judicial se dan los siguientes condicionantes:
1. Precisión
El paso del tiempo, la sugestión o el estrés afectan directamente al testigo, y se pierde exactitud. Pueden generarse desde recuerdos falsos hasta imágenes inducidas. El recuerdo dura unos minutos en el cajón de la memoria a corto plazo. Después, pasa directamente a la estantería del largo plazo. Cuanto más tiempo discurra ahí, más variaciones adquirirá.
2. Recuerdo cruzado
Esto es clave especialmente en los juicios mediáticos. Los hechos recordados pueden ser alterados por la información divulgada a posteriori: noticias, entrevistas, declaraciones u otras fuentes. Se pueden incorporar, incluso de manera involuntaria, nuevos detalles al relato. Existe una interferencia adicional. Por eso, por ejemplo, en casos de jurado popular, se procura que sus integrantes se aíslen para no ser contaminados por las informaciones exteriores.
3. Sugestión
Las preguntas pueden ser sugestivas. Las respuestas, sesgadas. La manera de interrogar, la elección del tono o intención, afecta a la reacción. Las sugerencias implícitas de quien pregunta pueden confundir al testigo. A veces resulta más relevante cómo se pregunta que cómo se contesta.
4. Estrés y ansiedad
Esto puede provocar lagunas en el relato. Imprecisiones, titubeos, dudas que llegan a mermar los recuerdos. El factor emocional puede modificarlos. Más allá de valorar la mentira o la verdad, el estado de alteración puede provocar múltiples errores.
5. Constructos de la memoria
Lo cierto es que la realidad, como tal, no existe: la información se almacena por percepción, y esta es subjetiva. Un mismo hecho puede ser recordado de forma distinta por las personas que lo han vivido. Y cuanto más tiempo pasa, más se contamina. Las posibles lagunas pueden ser sustituidas por información imaginada. La influencia de las experiencias, tanto anteriores como posteriores, puede generar recuerdos inventados en la memoria episódica.
La imprecisión, los recuerdos inventados, o las contradicciones pueden ser fruto tanto de la intencionalidad del testigo, como del propio proceso judicial. Por eso, durante un testimonio, se valora la credibilidad, no la verdad. Por eso, también, cada uno de esos 57 testigos serán debidamente entrenados, por fiscalía y defensa, para enfrentarse al juicio. Tienen ocho meses para prepararse.
Existen numerosas técnicas que los psicólogos utilizan para valorar si el testigo miente a propósito o si está siendo condicionado. El lenguaje corporal delata al mentiroso. La dirección de la mirada, la sudoración, los cambios de postura, hasta picores repentinos o modificaciones en el tono de voz. Tanto las técnicas de interrogatorio como las dinámicas de declaración, se han ido perfeccionando. Dale Play al vídeo que acompaña este artículo para aprender cómo detectar a un mentiroso.