Una familia destruida por el dinero y la codicia: así se encuentra la familia Sala casi ocho años después del asesinato de Mª del Carmen

María del Carmen Martínez, viuda del expresidente de la 'Caja Ahorros Mediterráneo' Vicente Sala, fallecía asesinada en un lavadero de coches propiedad de la familia. Fueron dos disparos en la cabeza lo que acabó con su vida y las sospechas se centraron en Miguel López, el yerno de María del Carmen, marido de su hija pequeña. 

Antes del asesinato de María del Carmen, la familia Sala se encontraba en una guerra total y un clima de máxima tensión tras el fallecimiento de Vicente Sala, que había dejado su herencia repartida equitativamente entre sus cuatro hijos, pero la denominada acción de oro (tipo de acción que permite a su titular al derecho de veto sobre cualquier decisión de la empresa) a su mujer. Ella lo utilizó para colocar al frente de las empresas a su hijo Vicente por encima de sus hijas. 

Desde la decisión de María del Carmen, la relación en la familia se volvió más complicada, tensa y peligrosa. "Ella nos explica que ya ha advertido que han entrado en su habitación y le han removido los papeles. Con ese ambiente tenso que has relatado, dijimos que creíamos que estaba corriendo un riesgo innecesario y que necesitaba protección", recuerda Antonio Moreno, abogado y amigo de la familia, sobre la viuda de Salas. 

María del Carmen finalmente moriría asesinada en el lavadero de coches y se señaló a su yerno, Miguel López, como sospechoso, aunque sigue en libertad tras un juicio mediático y cuestionado donde hubo varios indicios en su contra pero ninguna prueba. Casi ocho años después del suceso, el programa 'La verdad del caso Sala' descubre que la familia mantiene su división emocional a la espera de la resolución del Tribunal Constitucional sobre si se debe repetir o no el juicio, mientras sus empresas siguen adelante. "Están en un perfil muy bajo. No se les ve. Están intentando pasar desapercibidos todo lo posible para que esto se olvide", señala, entre otros, el periodista gráfico Javier Escandell, que siguió el caso.