Vivir debajo de un puente, la consecuencia de la 'inquiokupación': "Cuando volvimos de vacaciones, el piso estaba destrozado"

La escasez de alquileres ha llevado a muchas personas a situaciones extremas. Cuando el dinero no alcanza para cubrir los elevados precios de la vivienda, no queda otra opción que intentar llegar a fin de mes, incluso sacrificando un derecho fundamental como tener un hogar donde resguardarse. Este es el caso de Ana y Luis, una pareja que, tras ver cómo su inquilino dejaron de pagar el alquiler de su piso en Barcelona, se vio obligada a 'mudarse' bajo un puente. En 'La mirada crítica', han compartido su difícil situación y cómo están enfrentando este problema, haciendo un llamamiento a la solidaridad.

Llevan ocho meses viviendo en la calle, específicamente en la Plaza de Colón, en Madrid. Todo comenzó cuando decidieron hacerle un favor a un hombre, pero, al regresar de unas vacaciones, descubrieron que este había cambiado el bombín de la puerta y destrozado el piso. "Cuando volvimos, el bombín había sido cambiado y el piso estaba destrozado", han explicado.

La pareja ha afirmado que decidieron quedarse en Madrid porque vieron una oportunidad para encontrar trabajo. Sin embargo, nadie les contrata e intentan sobrevivir viviendo debajo de un puente. El dinero lo consiguen "pidiendo o realizando trabajos esporádicos", pues, además de sus gastos básicos, deben seguir pagando las facturas de las que el okupa, en su piso de Barcelona, no ha querido hacerse responsable.

"Nos debe dos años de alquiler y todas las facturas de la luz, el agua y el IBI, que no podemos descontar", ha comentado Ana, señalando que el hombre que ocupa su vivienda no ha hecho nada para mantenerse por sí mismo.

Su caso no es el único es en el país

A pesar de todo, la pareja mantiene algo de esperanza. "Gracias a los medios de comunicación, ahora nos están saliendo algunas ofertas de trabajo. Nos van a ayudar", ha afirmado Luis. No obstante, su caso es solo uno entre miles en el país, donde la inversión en propiedad ya no es tan fiable como antes, y muchas personas no pueden afrontar sus gastos.

Ana y Luis llevan ya tres años en la calle y esperan que, a partir de ahora, la situación mejore. "En la calle hay más de 3.000 personas. Si hay alguien que pueda ayudar, que lo haga", ha concluido.