El txakoli nace donde quiere: tres vinos blancos cántabros que beben los vascos

  • El txakoli es el vino del que presumen los vascos

  • Además de en el País Vasco se lleva produciendo desde hace siglos en Burgos y Cantabria

  • Tussio, Mar de Fondo y Palacio de Treto son tres opciones cántabras que no defraudan

Si los vascos nacen donde quieren, al menos así sucede con los de Bilbao, cabe pensar que con ‘sus’ vinos pase tres cuartos de lo mismo. Si hay un caldo que podríamos identificar con el País Vasco es el txakoli. Aunque está documentado que se producía en zonas de Burgos y de Cantabria desde hace siglos, han sido los vascos quienes han sacado pecho de lo suyo y han creado tres denominaciones de origen de este vino, acotando así el uso del término txakoli únicamente para las bodegas adheridas. Una decisión que generó polémica, al no poder usar el término chacolí ninguno de sus vecinos productores.

Polémicas a un lado, lo cierto es que en Cantabria (y en Burgos) se producen muy buenos vinos blancos que bien podrían pasar por txakolis de renombre. En puridad lo son, aunque no se puedan denominar así por lo anteriormente mencionado. El caso es que la tradición vitivinícola del norte de España se está esmerando en elaborar unos caldos que colmen las exigencias de los paladares más exquisitos. De todos ellos hemos elegido tres que no defraudan.

Tussío, un éxito se mire por donde se mire

El primero de los vinos elegido es Tussío de Bodegas Miradorio. Se trata de un blanco que nace al abrigo de la Indicación Geográfica Protegida Vinos de la Costa de Cantabria. Elaborado con uvas de las variedades Hondarrabi Zuri, la de los txakolis vascos, y Albariño, es un caldo fresco, de color amarillo limón, con cierto brillo. En la nariz destacan sus aromas frutales, mientras que en la boca deja una acidez fresca, equilibrada que resulta muy agradable.

Este vino sale de unos viñedos que cuentan con una extensión de siete hectáreas. A pesar de ser una plantación modesta, su resultado es magnífico.

Mar de Fondo, otra opción de Bodegas Miradorio

Si con Tussío Bodegas Miradorio ha logrado un vino de primer nivel, con Mar de Fondo no se ha quedado atrás. Elaborado a partir de variedades de uva Riesling, Hondarrabi Zuri, Albariño y Godello recogidas de siete parcelas distintas, que suman una superficie de 6,5 hectáreas. Las particularidades de cada finca terminan conjugando un caldo en el que la influencia del mar es palpable. Tanto es así que es un vino muy fresco, equilibrado, pero con un final marcado por su salinidad, regalo del cercano Mar Cantábrico. De color amarillo brillante, en la nariz deja notas cítricas con notas minerales y de flores blancas, según cuentan en la web de la bodega cántabra.

Palacio de Treto, de las laderas de la Vega del Pas

Palacio de Treto es uno de los orgullos de la Bodega Nates. Estamos ante un vino blanco hecho a base de uvas de la variedad Godello criadas en las fincas que rodean el discurrir del río Asón, al este de Cantabria. Este blanco se cultiva en pronunciadas laderas orientadas hacia el mediodía donde convergen tres elementos que dotan a este vino de una personalidad única. La pluviometría, el terreno y la cercanía del mar hacen de Palacio de Treto un blanco de color amarilloso verdoso, con ciertos matices pajizos. En nariz desprende aromas cítricos y frutales mientras que su sabor es equilibrado, con cierto toque a miel. Sus productores recomiendan beberlo bien frío, a unos 5 grados. 

Estas tres opciones son una buena muestra del incipiente vino cántabro. Un producto que aguanta las comparaciones más exigentes y que ya está presente en muchas copas que hasta ahora estaban reservadas al txakoli vasco. ¿O es que el txakoli nace donde quiere?

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