La vida moderna, con su ritmo frenético, a menudo nos lleva a relegar la experiencia gastronómica a un acto meramente funcional, desprovisto de placer y atención. Esta desconexión no solo afecta la forma en que disfrutamos los alimentos, sino también tiene repercusiones directas sobre nuestra salud digestiva. Eso es parte de lo que recoge Antonio Valenzuela en su más reciente libro, 'Estimula tu nervio vago'. El autor explora cómo la estimulación de este nervio puede mejorar la digestión y el bienestar general, ofreciendo una guía holística para disfrutar de las comidas, incluso en las ocasiones más indulgentes.
El nervio vago, una de las principales conexiones entre el cerebro y el resto del cuerpo, juega un papel crucial en la regulación de la digestión. Este nervio es responsable de estimular la producción de jugos gástricos, promover la motilidad intestinal y facilitar la absorción de nutrientes. Como explica Valenzuela, “un tono vagal adecuado asegura que el proceso digestivo se realice de manera eficiente”. Por el contrario, cuando el nervio vago no funciona de manera óptima, pueden surgir problemas como el estreñimiento, la indigestión y la inflamación intestinal.
La vida moderna, con sus altos niveles de estrés, dietas poco equilibradas y una creciente falta de contacto con la naturaleza, tiende a disminuir la actividad del nervio vago. Esto interfiere directamente en nuestra capacidad para procesar los alimentos de manera saludable. Valenzuela enfatiza que “para nuestro organismo, la falta de sueño, una mala alimentación, la contaminación, el sedentarismo y el poco contacto con la naturaleza son factores que disparan la respuesta al estrés, comprometiendo nuestra homeostasis”.
El estrés, especialmente cuando acompaña a las comidas, tiene un impacto negativo sobre la digestión. Comer con prisas o con sentimiento de culpa puede inhibir la sensación de saciedad y recompensa, entrando en un círculo vicioso de sobreingestas. Como explica Valenzuela: “Conozco a muchas personas que comen con estrés, desde la culpa, tanto que su cerebro, en un intento de protegerlas, borra esa comida y las priva de la sensación de recompensa”.
Para combatir esta situación, el autor recomienda una actitud consciente y relajada frente a la comida. Disfrutar de cada bocado sin prisas ni remordimientos puede ser el primer paso para mejorar no solo la relación con los alimentos, sino también la salud digestiva.
Técnicas para estimular el nervio vago y mejorar la digestión
Valenzuela ofrece una serie de estrategias prácticas para activar el nervio vago y optimizar la digestión, especialmente útiles en los tiempos que corren, en los que las opíparas comilonas son el pan de cada día:
Es importante tener en cuenta no solo la fisiología del nervio vago, sino también en su impacto emocional y social. Reivindicar el acto de comer como una experiencia completa que abarca más allá de lo físico puede ser parte de ello. Desde tratar de mejorar la selección de alimentos con la calidad en mente, hasta el contexto en el que estos se consumen, todo influye en la salud digestiva y el bienestar general.
En palabras del autor: “Ignorar la capacidad regenerativa de nuestro organismo nos hace pasar por alto propuestas terapéuticas que activan nuestros recursos sanadores. Disfrutar de un baño caliente, caminar descalzos, valorar a nuestra tribu, bailar, cantar... son herramientas que armonizan nuestra relación con la naturaleza y nuestro cuerpo”.
La estimulación del nervio vago es una estrategia poderosa para mejorar la digestión, especialmente durante las comilonas propias de celebraciones o momentos especiales. Siendo conscientes de esto estamos un paso más cerca de reconectar con nuestra salud digestiva y disfrutar plenamente de la experiencia gastronómica. Incorporar técnicas sencillas como la respiración profunda, la risa y el consumo de alimentos fermentados puede transformar nuestra relación con la comida, haciéndola más consciente, saludable y placentera.
En definitiva, es momento de redescubrir el placer de comer, rompiendo con el estrés y las culpas, y permitiendo que nuestro cuerpo y mente se armonicen en cada bocado.
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