Los secretos de la estricta dieta de los templarios para vivir más años

  • Algunos de los caballeros de la orden llegaron a los 70 años, cuando la esperanza de vida no era mayor de los 40

  • Una investigación describe su régimen como la antesala de la dieta mediterránea

  • No todo era dieta, los templarios llevaban una vida activa y hacían ejercicio con frecuencia

Los templarios fueron los miembros de la Orden del Temple, una institución religiosa y militar que se fundó en el siglo XII, tras la primera cruzada, y se mantuvo activa hasta el siglo XIV. Su objetivo era asegurar los caminos de peregrinación a los lugares santos y proteger las vidas de los cristianos. La esperanza de vida de la población en aquella época se situaba alrededor de los 40 años, según explica el profesor de historia Rubén Andrés Martín. Sin embargo, algunos caballeros de la citada orden lograron superar con creces esta cifra gracias a su dieta.

Hugo de Payns, el fundador de los templarios, falleció a los 66 años. Otros famosos miembros de la orden llegaron a edades muy avanzadas, como Thibaud Guadin, que murió con 63 años. Jacques de Molay, su sucesor y el último gran maestre templario, fue quemado en una hoguera con 70 años. Godofredo de Charnay fue ejecutado con 63 años.

¿Qué comían los templarios?

El doctor Francesco Franceschi lideró un estudio titulado ‘La dieta de los caballeros templarios: ¿su secreto de longevidad?’ y que fue publicado en la revista científica ‘Digestive and Liver Disease’. Su equipo analizó los hábitos alimenticios de los templarios, que eran distintos a los de otros sectores de la población en la Edad Media. Las clases altas en aquellos siglos podían permitirse consumir un exceso de carne, que es rica en grasas y calorías, por lo que tenían altos niveles de colesterol y triglicéridos. Cabe destacar que la obesidad era señal de opulencia y riqueza entre los burgueses y los aristócratas.

Los templarios trataban de encontrar un equilibrio entre la vida de un caballero y la de un monje. Necesitaban energía para moverse, enfrentarse a sus enemigos, mantener su fuerza y su agilidad, pero creían que comer demasiados alimentos podría corromperlos y optaban por la austeridad característica de los votos monásticos de pobreza, castidad y obediencia. Comían por parejas para vigilarse unos a otros y asegurarse de que cumplían todas las normas.

La Regla latina, un documento que se atribuye a Hugo de Payns y al monje cisterciense Bernardo de Claraval, describe el comportamiento ideal de un caballero templario. Este texto indica que solo podían comer carne tres veces por semana, los martes, los miércoles y los domingos que no coincidieran con días sagrados.

Los viernes de cuaresma respetaban las normas correspondientes en cuanto a alimentación, mientras que el resto de los días de la semana consumían verduras, potajes o guisos de legumbres. Bebían agua o, con moderación, vino. Además, podían comer una ración doble después de una jornada de ayuno. Los menús de los templarios también incluían alimentos como el pescado y el marisco, cuando tenían estos productos a su alcance, así como el queso y la fruta fresca.

Antesala de la dieta mediterránea

La investigación de Francesco Franceschi destaca que el régimen de los templarios podría ser considerado como la antesala de la dieta mediterránea, que los expertos en nutrición suelen recomendar por ser una de las mejores dietas del mundo. Al consumir menos carne que otros sectores de la población, los caballeros de la orden tenían menos posibilidades de desarrollar ciertas enfermedades cardiovasculares que eran comunes en la Edad Media. Además, el consumir alimentos más variados tenía un efecto positivo en su flora intestinal.

Además de seguir una estricta dieta, los templarios llevaban una vida activa y hacían ejercicio con frecuencia. Otro de los secretos de su longevidad tiene que ver con su higiene. Era obligatorio lavarse las manos antes de comer para evitar la propagación de infecciones. Aunque esta práctica es común en la actualidad, el aseo era escaso en el medievo. Incluso los reyes pensaban que lavarse demasiado podía causar enfermedades.

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