Afirmaba Miguel Delibes que el cielo de Castilla es tan alto porque lo han levantado los labradores de tanto mirarlo. Una afirmación que dice mucho del conocimiento que el excepcional escritor tenía del campo y de los problemas que tiene que el negocio, o el sustento mejor dicho, esté a la intemperie, expuesto al devenir del clima. Eso lo saben muy bien en la Ribera del Duero, donde este año sus viñedos han sufrido los rigores del tiempo. Como consecuencia la vendimia se prevé que sea un 15% inferior a la media. La estimación habla de un total que rondará los 100 millones de kilos de uva entre todas las bodegas que forman parte de la denominación de origen castellana.
El significativo descenso en las expectativas de los viticultores ribereños viene dado principalmente por tres motivos. Por un lado, la escasez de agua en el inicio del año agrícola, en los meses de septiembre y octubre, ha ocasionado que las viñas se resientan y con ello sus producciones. En años secos, la planta produce menos buscando asegurar su propia supervivencia.
En segundo lugar, dos heladas tardías afectaron a la mayoría de los viñedos, según algunas estimaciones a más de 18.000 hectáreas. Las bajas temperaturas chamuscaron las flores y la primera brotación de las vides se fue al traste, lo que obviamente mermó la cantidad de racimos que han tenido las viñas.
Por si eso fuera poco, en tercer lugar llegaron las tormentas en forma de granizo que tuvieron lugar en primavera y a comienzos del verano dañando diversas zonas de la Denominación, lo que redujo aún más la producción.
Los factores explicados llevan a que las bodegas que no tienen viñas propias o capacidad suficiente de autoabastecimiento tengan que comprar uva a terceros, algo que en esta ocasión será más complicado por el descenso en la producción: a menos cantidad, mayor precio. Esto ha llevado a que bodegueros y productores esperen hasta el último momento para cerrar los acuerdos de compraventa.
No todo son malas noticias para las bodegas de la Ribera del Duero. A pesar de que la cosecha se augure significativamente inferior a la media, la uva se espera que sea de calidad. El riesgo de que aparezcan las plagas habituales en los veranos lluviosos ha desaparecido ante la falta de precipitaciones. Precisamente, un estío seco y caluroso es lo ideal para que en esta zona de España se maduren los racimos.
Eso sí, hasta que se termine de recoger la uva aún pueden pasar muchas cosas. Hasta entonces los viticultores de la Ribera del Duero no dejarán de mirar al cielo. Los riesgos de tener el negocio a la intemperie.
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