La relación de Inés con su hija Ainhara está más crítica que nunca. Su complicada adolescencia se junta con la manipulación del exmarido de Inés, Antonio, y con la mente dispersa de la analista de datos, centrada en que descubran su historia con Hugo. ¡Pero Ainhara ha estado a punto de pillarles!.
La adolescente no empatiza con su madre y está totalmente del lado de su padre, muy influenciada por éste. Así que a menudo aprovecha para sacar partido de la separación de sus padres haciendo sentir culpable a Inés.
Por eso, cuando Inés no acudió a recogerla porque se olvidó de que tenía que hacerlo mientras estaba en una cena centrada en su tapadera con Hugo, Ainhara la castigó con su enfado y posteriormente le pidió dinero sabiendo que su madre se lo daría ante la culpabilidad que sentía.
Sin embargo, cuando Ainhara fue a la casa de Inés, ella no estaba sola. Estaba con Hugo, que airosamente salió de la situación fingiendo que había ido para arreglarle una lámpara. Realmente, Ainhara no les había pillado por segundos.