El equipo de la Unidad de Desparecidos afronta un nuevo caso: un novio ha desaparecido el día de su boda. Su nombre es Pol Soler y estaba a punto de contraer matrimonio con su novia, Greta.
Su mejor amigo, Hugo, es quien denuncia lo ocurrido ante la policía, que asegura que Pol no ha ingresado en ningún hospital. Tras más de seis horas esperando en la puerta de la iglesia, Hugo convence a Greta para que se marche a casa.
Además de contactar con la policía, sus familiares han comprobado que su coche continúa intacto donde estaba. Santiago Abad concede el caso a la inspectora Ledesma y a Rubén Ramallo, que pronto se ponen manos a la obra a pesar de sus diferencias.
Al llevar a cabo el registro de la casa de Pol, localizan varios aspectos clave para la investigación: el armario está lleno de ropa, tanto de hombre como de mujer, y hay prendas sucias en el cesto. Huelen a humo y presentan manchas de alcohol que aún permanecen húmedas.
Pero no solo eso: Sonia y Rubén descubren que Pol era amante del ciclismo, que aún no vivía con Greta y que juntos esperaban un bebé. Además, sacan en claro que la última vez que se le vio fue tomando unas copas con sus amigos más íntimos, entre ellos Hugo, y consiguen llevarse su ordenador y su móvil, que sorprendentemente se encontraba cargando sobre la mesa.
Tras tomar declaración a Greta y al propio Hugo, el equipo descubre la existencia de Julia, exnovia de Pol. Después de las palabras que ambos le dedican, deciden interrogarla, pero todo se complica aún más cuando Julia destapa las intenciones ocultas de Hugo.