Alejandro Jiménez, hijo de María Jiménez y del actor Pepe Sancho, tuvo una infancia muy complicada marcada por la muerte de su hermana y por los malos tratos que sufrió su madre. Pero el infierno terminó el día que María Jiménez cogió una pistola. Precisamente esto ha contado en exclusiva en '¡De viernes!' Alejandro Jiménez, además de algunos detalles más que marcaron su pasado y su niñez.
A pesar del complicado pasado que ha podido tener, el hijo de María Jiménez no esconde sentirse afortunado de ser el hijo de María Jiménez y Pepe Sancho: "Te hace una tortilla Sara Montiel, te hace un guiño Rocío Jurado o Paco Rabal... es muy bonito". Alejandro Jiménez cuenta que cuando nació la vida profesional de sus padres era plena. Tenían dos caracteres muy fuertes y una vida de mucho "ajetreo".
"Había momentos muy buenos entre ellos y mucha complicidad", recuerda Alejandro. De pequeño se ponía un traje con su sujetador y unos cascos, además de una peluca, y salía al salón imitando a su madre. Un ejemplo de la devoción que sentía Alejandro por su madre María Jiménez. Pero hay un momento que marcó un claro punto de inflexión. La hija de María Jiménez, María del Rocío Asunción Jiménez, falleció en un accidente de tráfico. Esto provocó una grave tristeza en María Jiménez, que en una entrevista en aquel entonces aseguraba tener "un frío interior muy grande".
Alejandro cuenta en '¡De viernes!' que un día quiso ir al cementerio y su madre le preguntó que para qué: "Olvídate, si no he ido yo en cuarenta años". La tristeza era total por parte de María Jiménez y le costó mucho superarlo: "Es tu niña. ¿Cómo vas a superar eso?". Un momento al que Alejandro no volvería de su infancia es a las peleas de sus padres.
Si hay algo que le ha costado superar a Alejandro y que ha recordado mucho tiempo fue el día que su padre Pepe Sancho le rajó la cara a María Jiménez y ella lo encañonó con una pistola: "Yo he vivido con ese disparo años hasta que lo he contado. Ahí tenía 7 u 8 años. Ahí nadie te hace caso. Antes de apretar el gatillo yo ya me fui corriendo porque lo inevitable iba a pasar. Salté la valla y corrí. Yo escuché el disparo desde el campo de golf. Corrí como un demonio".
Además, añade que se fue a casa de su amigo Perico sin entender lo que pasaba. "Mi madre me dijo: 'Si hubiera querido matarle le hubiera matado, pero yo no soy una asesina'". Señala que al día siguiente estaban todos dándose masajes como si no hubiera pasado nada. 1