Bio
Andar a la búsqueda de comida y bebida, de experiencias diversas a este respecto, de curiosidades. Buscar también sus paisajes, su entorno. Saber que, como decía el Quijote, “el viaje te cambia, te transforma”, a buen seguro por lo que uno ve, aprende, vive… Recorrer caminos para hacer verdad aquello que escribió Cunqueiro al final del prólogo de su Cocina cristiana de Occidente: “…Sin vino no hay comida. Y sin comida no hay salvación, ni en esta vida ni en la otra”. Justificado queda mi apellido desde ahora, El Correcaminos Gastronómico.