Emilio Aragón, el hombre que no sabe hacer nada mal
En 1976 y con 17 años, Emilio Aragón aterrizó en 'Los Payasos de la Tele' junto a su padre, su tío y su primo
Dirige, actúa, compone, interpreta... "Es como un hombre del Renacimiento", dice de él el guionista Juan Carlos Cueto
La próxima temporada estrena con Antonio Banderas en el Soho de Málaga el musical 'Godspell'
Llevaba tiempo persiguiéndolo para esta charla y no había manera de cuadrar agendas. Pero ya se sabe, el que la sigue la consigue y por fin pudo ser. En los prolegómenos, Emilio me dijo que propiciáramos un hermanamiento entre Galicia (mi tierra) y Asturias (que es la de su mujer, Aruca, y la suya de adopción). Puestos a ello nos citamos en Coalla Gourmet (Calle Serrano 203, Madrid), un paraíso para los aficionados a la gastronomía.
Sobre la mesa, para ensamblar esa hermandad, están una botella de sidra natural Alicia Trabanco y un queso Rey Silo Massimo Magaya -que ha dispuesto la directora de la tienda de Madrid, Mireia Humet-, en compañía de una botella de Xanledo, un ribeiro tinto de Pepe Pereiro, mi aportación a la charla. Luego le dedicaremos a todo ello su espacio. Picoteando y bebiendo arranca nuestra conversación.
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El futuro de Emilio Aragón (La Habana, 1959) se establecía en una alianza de sueños, en seguir la senda familiar a la conquista del lugar: el escenario. Se crio en un seno de artistas, de cómicos de pura cepa y por tanto no es de extrañar que sus pasos se encaminaran al mundo del espectáculo. Tuvo en su padre el mejor ejemplo para emprender el camino de la vida. Le pregunto por el cómo y el cuándo fue consciente de que esto iba a suceder: “Pues no sabría decírtelo, o mejor dicho precisártelo -responde-. Pero en el fondo sabía que tarde o temprano terminaría haciendo algo en un escenario, delante de una cámara, sentado al piano o frente al público. Curiosamente hubo un momento en el que intenté tirar por otros caminos. Mi abuelo por parte materna había sido piloto y un hermano de mi madre también. Hice muchas horas de vuelo. Recuerdo que un día mi padre me preguntó preocupado: ¿De verdad quieres ser piloto? Si lo piensas ahora, era el mundo al revés. Mi padre preocupado porque quería ser piloto y no quisiera desarrollar una actividad artística. Pero era muy difícil que no terminara haciendo algo artístico, siendo la sexta generación de una familia dedicada a este mundo.
Desayunar, comer y cenar hablando sobre un tema, que en casa tenía que ver con una obra de teatro, un número de comedia o televisión, sólo podía servir de estímulo a alguien como yo”.
A veces uno sabe que desde el principio el guion ya estaba escrito. El Premio Cervantes José Emilio Pacheco escribió aquello de que por “por los payasos habla la verdad, porque como decía Freud: la broma no existe, todo se dice en serio”. En ese cruce de calles de la vida, en 1976 y con 17 años, Emilio aterrizó en el programa de televisión Los Payasos de la Tele: “Tengo recuerdos maravillosos de esa etapa profesional de mi vida. Poder aprender junto a mi padre, mi tío y mi primo, fue todo un lujo. Mis primeros pasos los di en Prado del Rey y luego también pude trabajar en los antiguos Estudios Roma (donde actualmente estáis en Mediaset). Esos estudios los conocía bien, ya que mi padre también había grabado allí, donde también se producían el 1,2,3... de Chicho Ibáñez Serrador, y El precio justo de Joaquín Prat padre. Con 15 y 16 años solía, después de clase, pasarme por aquellos platós. Chicho me dejaba fisgonear, tanto en la unidad móvil como en el plató. Pero eso no era algo nuevo. Desde pequeño, desde que tengo uso de razón, he tenido la suerte de poder estar en estudios de televisión, de radio, de cine. Volviendo a la pregunta, las aventuras, los sketches que pude hacer en esa etapa con mi padre, son recuerdos que atesoro con mucho cariño. Todo me lo hicieron fácil. Para mí fue un máster en toda regla”.
'Saque bola' y 'VIP noche'
Hay verdades que el paso del tiempo llega a escribir en mayúsculas. Los premios TP, que entregaba la revista especializada en información televisiva Teleprograma, adquirieron un alcance equiparable a los “Grammy televisivos españoles”. Este premio lo ganó por primera vez Emilio con el programa “Saque bola” de Canal Sur en 1990: “Saque Bola fue el arranque de Canal Sur. Una idea de Tomás Summers, junto a José María Fraguas. Cada vez que pienso en esa etapa, no puedo evitar una sonrisa. Fue maravillosa.
Pero el premio que recuerdo con mucho cariño fue la nominación a los Emmy en Estados Unidos. Recuerdo perfectamente el momento en el que recibimos el telegrama en los estudios de TVE de Esplugas. ¡Fue una alegría inmensa! Un programa de comedia humilde, pequeño, que llegara a ser considerado por un jurado internacional, fue algo muy emocionante para todo el equipo. Un éxito merecido para profesionales de la talla de Mari Campillo, Florencio Guerra y Miquel Fortuny. Miquel Fortuny fue como un padre para mí. Aprendí tanto de él…”.
A través de los recuerdos se puede reconstruir no solo el tiempo, sino la vida y algunos de esos recuerdos los guardamos mientras eliminamos otros aunque algunos se resistan a abandonarnos. Conocí a Emilio con el comienzo de la década de los 90, durante la producción y emisión del programa VIP Noche, al que llegó con su jovialidad de “enfant terrible” y su peculiar vestimenta: smoking y zapatillas Converse de color blanco. Los detalles.
Nuestra conversación vuelve allí, a aquel momento de esplendor televisivo: “En el VIP se concentraron muchas cosas. Todas ellas positivas. Éramos un grupo de jóvenes con mucha ilusión, con ganas de hacer cosas alternativas. No nos importaban las horas que pudiéramos pasar en aquellos estudios trabajando y grabando. El ambiente era fantástico. Por supuesto que ningún camino es de rosas, pero sí te puedo decir que sin la unión y las ganas de crear cosas nuevas que tenía ese equipo, no hubiera sido posible. Con Dani Écija, mi amigo y luego socio, empezamos a trabajar juntos allí. Bueno, en realidad nos conocíamos ya de haber posproducido alguna cosa en Prado del Rey. Pero en el VIP fue donde verdaderamente comenzamos a caminar profesionalmente codo a codo. Juan Carlos Cueto, Víctor García y Ana García Lozano son solo algunos nombres de los grandes profesionales que arrancaron y con los que tuve la suerte de poder trabajar.
Mi recuerdo y agradecimiento también, sobre todo, para Valerio Lazarov, José Antonio Plaza y Pepe Azpiroz”.
Allí se estableció una amistad que perdura de manera irrompible con el paso del tiempo con Belén Rueda, amiga también de este espacio de palabras y vinos. La llamo y le cuento con quién ando en esta charla de sábado y le pido que me hable de su relación con Emilio: “El VIP es el programa que recuerdo con más cariño. Recuerdo perfectamente aquel verano en Marbella. Nos fuimos todo el equipo para allá y la parte musical y el concurso los rodábamos en directo en la plaza principal.
Era la época en la que empezábamos, me encanta rememorarlo, aunque también recuerdo que no había horario de trabajo y hacíamos horas sin parar. Fue una experiencia maravillosa.
Con Emilio he trabajado muchos años y de manera irrompible. En los comienzos yo era un libro en blanco sobre el que él empezó a escribir. Sabía hacer una televisión diferente, se movía por el plató como pez en el agua, cuando hasta ese momento los presentadores eran más formales y estáticos. Era cercano, muy natural, diferente. Estar a su lado fue para mí un impagable aprendizaje”.
Hace unos años le escuché decir al poeta y escritor Antonio Lucas que “los amigos también dispensan información que uno desconoce. Hay en ellos algo de enviados especiales a lugares ajenos: a libros, a películas, a bares, a rincones de ciudad, a ratos de parque”. A viejos programas de televisión, añadiría yo, en los que trabajar codo con codo era también decir amigo.
Emilio vivió siempre en la parte creativa del oficio pero también en su trastienda, en el bullebulle del oficio, en la parte empresarial al ser socio y ocupar cargos directivos en el sector audiovisual. En este punto de la conversación siento cierta curiosidad por saber qué queda en él de su faceta de empresario: “Si te soy honesto, no me identifico en absoluto con el término. He podido dedicarme a lo largo de mi vida al trabajo creativo y que esa otra parte de gestión, que es tan compleja y complicada (o más) como la creativa, la pudieran llevar aquellos que sabían. Nunca hemos sentido (o al menos yo no lo he sentido) que la gestión de la productora tuviera un equipo directivo al uso.
Siempre he trabajado en organizaciones en donde la dirección ha sido equilibrada y horizontal. Cada uno sabía su lugar y respetaba el trabajo del otro”.
Emilio es de su familia y de sus amigos que son su otra familia. Tiene una humanidad expansiva y generosa, como la que exhibía el personaje de Nacho Martín, protagonista de la serie Médico de Familia (Telecinco, 1995-99) que fue junto con Farmacia de Guardia Farmacia de Guardia(Antena 3, 1991-95) la serie que revolucionó el panorama de la ficción en televisión. Recordamos juntos cómo fue aquel emocionante momento del 15 de septiembre del 95, viernes noche, en el espacio que habitualmente ocupaba el “Cine 5 Estrellas”: “Llevábamos mucho tiempo en Globomedia con la idea de hacer ficción. Por fin en 1994 pensamos que era el momento perfecto para afrontar nuestro primer proyecto. Sabíamos que nos jugábamos mucho. Recuerdo que un día Chicho me comentó después de una entrega de premios: “¿Sabes que si os llega a salir mal esta aventura, os hubiese sido complicado volver al entretenimiento?”. La verdad es que no habíamos reparado en ello, porque la ilusión que teníamos por afrontar nuestro primer proyecto de ficción era enorme. Aún recuerdo la llamada telefónica a las 8,00 de la mañana para decirnos la audiencia. ¡No te puedes imaginar la alegría y el peso que nos quitamos de encima! Luego hay un factor importante y es la química que había delante y detrás de las cámaras.
¡Qué día el de aquel año!
Con Emilio hizo camino en el campo de la ficción el guionista Juan Carlos Cueto. Le llamo para decirle con quién ando conversando este sábado y que me ayude con su pincelada en un mejor encuadre de mi invitado: “Empecé a trabajar con Emilio Aragón en 1990, escribiendo preguntas para el programa VIP. Para los de nuestra generación, Emilio ya era un viejo conocido, primero como payaso mudo y después como director e intérprete de los geniales sketches de “Ni en vivo ni en directo”.
Trabajar con él resultó ser algo totalmente diferente a lo habitual. Alejado de los egos explosivos y de la autocomplacencia sabía conectar con su equipo desde el minuto cero. Se relacionaba de una manera natural, amable y bromista con todos, desde el último becario hasta Valerio Lazarov, el entonces temido director general de la cadena.
Desde mi punto de vista, su llegada a la televisión privada supuso una entrada de aire fresco y modernidad. Consiguió hacer de un formato de concurso un show de showprime time hablaba en directo con el director y la regidora, vestía smoking y zapatillas, todo era posible para él… Siempre quería innovar, sorprender, llegar a un público lo más amplio posible. Y lo conseguía.
Se fijaba en el modelo norteamericano de creación y todos aprendimos mucho a su lado. Yo he pasado cientos o miles de horas con él en platós, writers rooms y salas de reuniones y jamás lo vi perder las formas, rendirse o levantar la voz. Ni en los momentos difíciles, que también los hubo. Pero quizás el rasgo que más lo caracteriza es el de querer ir siempre más allá, no conformarse y buscar nuevos campos en los que crecer. Presentar, dirigir una orquesta, montar una productora, crear una serie de animación, estudiar historia, rodar una película en USA… Es como un hombre del Renacimiento.
Ahora vive feliz detrás de los focos. Me alegro, pero me acuerdo de él y me da un poco de pena que haya renunciado a su verdadera especialidad: ser un cómico. Recientemente, viendo la serie norteamericana “Only murders in the building”, me desternillaba con los maravillosos veteranos Steve Martin y Martin Short cuando me asaltó un pensamiento repentino: “¡Joder, esto es lo que tendría que estar haciendo Emilio!”.
En este fluido diálogo de sidra y vino le refiero el recuerdo de un hermoso poema, “Elegía”, que escribió Basilio Fernández, poeta leonés y enorme, fallecido en Asturias: “…mis vagonetas cargadas de recuerdos que pasan sobre tus moldes terrenos, sobre senderos que hollaste y que conducen a ti, tan lejana de los modos y los días”.
El cine y la música
Aquel chico que soñaba con los escenarios, con actuar, divertir, tocar un instrumento, hacerse un lugar en el mundo artístico, que iba recorriendo la vida buscando nuevos caminos, retándose en nuevas disciplinas, llegó al cine y cuando menos nos lo esperábamos apareció como responsable de una película, “Pájaros de papel”, una historia de cómicos de legua que buscaban cielos abiertos, horizontes nuevos cada día, como esas bandadas de golondrinas que anuncian primaveras y que se pasan la vida volando.
Emilio quería homenajear aquí a sus antepasados como si el patio del pasado fuese el patio de la vida. Y después se embarcó en otra aventura en la que dirigió a Robert Duvall, “Una noche en el viejo México”. Le pido que me hable de ambas experiencias: “Pájaros de Papel era el homenaje que le debía a mi padre y a los cómicos de su generación. Pero curiosamente el germen de la idea fue un spot de publicidad contra la droga que vi en Estados Unidos en los años 80. Era un spot en el que salía el padre de un chico que había muerto por culpa de una sobredosis y en un momento del anuncio, este hombre se giraba hacia alguien que estaba detrás de la cámara y le decía: “Es que un padre no debería sobrevivir a un hijo”. Aquello me impactó. Esa frase con la idea de un cómico de la generación de mi padre fueron el motor de lo que luego fue Pájaros de Papel. Pude hacer, gracias a ese rodaje, amigos con los que tengo lazos muy estrechos hoy, profesionales como David Omedes, Carlos Gras, Sergio Burmann o Javier Alomar, de los que tanto he aprendido.
“Una noche en el viejo México” surge gracias a Pájaros de Papel. Después de ganar varios premios con esta película, recibí ofertas para dirigir otras. Yo tenía claro que solo quería dirigir mis guiones, pero cuando me presentaron la posibilidad de poder trabajar con Robert Duvall, me rendí”.
Y luego está la música, esa forma de felicidad tan reconocible para Emilio. Es fácil ver una imagen suya sentado al piano tocando o componiendo, dirigiendo una orquesta o con unos cascos en un estudio de grabación. La banda sonora del todo. Emilio es autor, intérprete compositor…: “Cuando me preguntan con qué disciplina me quedo, no me queda más remedio que ser sincero. Yo soy un músico al que han dejado hacer otras cosas. De hecho cuando escribo o dirijo una película o una serie, lo hago siempre con una mentalidad de músico. Mi día a día es musical. De hecho estoy ahora en un proyecto que saldrá después del verano sobre poemas de Lorca. Lorca hecho canción”.
Una cita en el “museo de la escarcha, en el salón con mil ventanas”, que escribió el poeta granadino en su “Pequeño vals vienés”.
Hablando de músicas me dirijo a su último trabajo televisivo para Movistar, “La banda sonora de tu vida”, en el que han participado Belén Rueda, Alaska, Lolita, Antonio Banderas, Raphael… Le pregunto cuál sería la suya, qué música tendría su vida: “¡Uy! Con esa pregunta me doy cuenta de la situación complicada a la que, inevitablemente, sometía a los invitados del programa. ¡Es tan difícil escoger 7, 8 o 9 canciones! Mi banda sonora está salpimentada, sobre todo por los países en los que pude vivir y conocer desde niño. El patio de un colegio marca mucho y yo he estudiado en Argentina, Puerto Rico, Venezuela, México, Estados Unidos y España. Pero si me obligas a decirte alguna canción, te puedo decir que la primera canción que bailé con mi mujer fue Hotel California, el primer autógrafo que pedí en mi vida fue a Mercedes Sosa (cada vez que escucho Balderrama, me emociono), cualquier canción de Antonio Carlos Jobim me pone los pelos de punta, Bach, Ravel, Ellington…”. Y la tarareamos: “Luceros solitos. Brotes del alba. ¿Dónde iremos a parar? Si se apaga Balderrama”.
Para cerrar las participaciones llamo a un buen amigo común, Mikel Lejarza, una de las personas que más sabe de televisión de cuantas conozco. Él es también un profundo conocedor de Emilio y su trayectoria: “Conocí a Emilio cuando ya era una estrella. Fue en una visita a Madrid y un común amigo me invitó a una fiesta entre familias que se conocían. Bastaron cinco minutos de conversación en grupo para constatar la ausencia total de divismo por su parte, su eterno buen humor y una bondad que se reflejaba y trasmitía con su mirada. Días después, sin más recorrido por mi parte que aquel encuentro ocasional, tuve la osadía de invitarle a participar en un Curso de Verano en San Sebastián. No tenía nada que perder, pensé. Pero ante mi sorpresa, Emilio no sólo aceptó, sino que dio una auténtica clase magistral que trajo preparadísima como si fuera el examen final de carrera. Desde entonces, a mi admiración por su trayectoria humana y profesional, he tenido la suerte de añadir una amistad que llevo tatuada en el corazón.
La suerte me ha hecho coincidir con él en proyectos, tanto de series como de películas; en empresas como el Grupo Árbol donde gracias a su generosidad y la del resto de socios tuve la oportunidad de ser uno más de ellos y pasar algunos de los mejores años de mi vida profesional. Le he visto crear espectáculos circenses, grabar discos sorprendentes, producir series de dibujos animados, dirigir orquestas, componer excelentes partituras, dirigir largometrajes hermosísimos, escribir libros llenos de imaginación, crear y presidir empresas y muchas cosas más, que siempre ha sabido hacer compatible con ser el mejor de los hijos, y un padre y esposo ejemplar. De todo lo mucho que le debo a Emilio, nada es comparable al impagable regalo que me hizo presentándome a su padre, Miliki, un genio absoluto, todo lo bueno del ser humano condensado en una persona.
De Emilio se sabe casi todo. Creador nato de historias, empresario, actor, músico, compositor, director de cine, escritor y excelente persona. Siempre en busca de una buena historia que contar, estudiante perpetuo y al tanto siempre de todo lo nuevo como los adolescentes inquietos y curiosos, que aman aprender. Es el número uno de todas las clases y hace mejor la vida de quienes le rodean y de ahí que el público le siga allá a donde vaya. Profesional exigente y trabajador incansable, hace de todo y todo lo hace bien. Pero les contaré un secreto: hay algo que desconoce. No sabe cómo hacer algo mal. En eso, una de las prácticas más habituales del género humano, Emilio es un absoluto ignorante. Nunca ha hecho nada mal. De verdad, ni en un ensayo un día con dolor de cabeza. Emilio lo hace TODO Y SIEMPRE, SOBRESALIENTEMENTE BIEN”.
Una sidra y un vino
Requiero la presencia de Mireia, la directora de la tienda de Madrid de Coalla, para sea ella quien nos hable de la sidra que degustamos. Se acerca sonriente y amable y comienza: “Primera sidra natural de autor de Sidra Trabanco, elaborada con manzana martina de plantación propia que, siendo una variedad olvidada, la recuperan para hacerla brillar en esta sidra que sorprende a todo aquel que la prueba. Como veis no habéis podido escanciar: viene en botella Rhin, lista para ser refrescada y servida como la tenéis, en copa de vino. Es fresca, frutal, tiene un ligero carbónico agradable. Ideal aperitivos previos como para seguir con ella durante la comida. Se realiza una sola fermentación en depósito de contrapresión. Este depósito permite una fermentación cerrada y así poder controlar la presión que ejerce el carbónico propio de la sidra natural”.
“El queso que tomáis lo elabora la quesería Rey Silo de Pravia (Asturias). Esta quesería se ha propuesto elaborar quesos de alta calidad recuperando la esencia de los sistemas tradicionales de elaboración quesera asturiana, haciendo un queso que madura sin prisas en su bodega, a orillas del río Nalón. La quesería cuenta con las más modernas instalaciones y la tecnología alimentaria más avanzada al servicio de una elaboración totalmente manual y artesanal, en la que el maestro quesero Ernesto Madera López mima uno a uno cada queso. La quesería se ha unido al Llagar El Gobernador para elaborar un nuevo concepto de queso: el Massimo del Rey Silo, afinado con magaya de manzana. En realidad se trata de una versión estacional del Massimo del Rey Silo elaborado con leche entera y cruda de vaca, pero esta versión termina su envejecimiento rodeado de restos de pulpa de manzana del proceso de prensado de sidra (magaya) en un barril herméticamente sellado. Durante cinco meses, el jugo restante de la magaya fermenta y rehidrata el queso con notas de sidra. Tanto la corteza como la magaya son comestibles”.
La oferta tiene un maridaje óptimo y han sido un perfecto acompañante de esta confortable conversación.
El hermanamiento se completa con el ribeiro que me he traído, Xanledo 2019, de mi amigo Pepe Pereiro a quien me unen dos aficiones de lealtad extrema: el celtismo y el vino. Pepe es un discípulo aventajado del mago polifónico del Bierzo, Raúl Pérez. Le llamo, en estos momentos previos de inquietud por la visita del Real Madrid a Balaídos, y le pido que nos cuente la historia de su vino y su bodega, Viñedos do Gabián: “El proyecto empezó allá por el 2010 con la compra de los terrenos en la zona de Carballeda de Avia (Ourense), donde se juntan 5 hectáreas en una pieza que posteriormente preparamos y plantamos en 2011 y 2012. La viña tiene forma de anfiteatro y su orientación posibilita recibir luz solar durante todo el día.
Los suelos son de sábrego y hay tres partes diferenciadas en la viña que serían:
- Talúdes con orientación a naciente (realizados por una empresa del Priorat, al igual que la de Pedro de Bodegas Guímaro en Ribeira Sacra, son 20 en total con variedades de espadeiro, bastardo, godello y caíño longo.
- Costero con pendiente suave con variedad brancellao.
- Muros de mampostería que es la zona con los suelos más ricos y es la zona con más historia dentro de la viña. Ahí se dan las caiño longo, zamarrica y un poco de pinot noir.
El problema que tuvimos ha sido la recuperación de los suelos ya que era una zona plagada de mimosa que deja los suelos muy pobres y muy ácidos. Con el tiempo los fuimos preparando hasta hacer la viña productiva.
El Xanledo 2019 es la quinta añada que sacamos al mercado y sus variedades son brancellao (que le aporta finura) y caíño longo (sumando fruta, rusticidad y acidez). Se elabora sin despalillar, un mes de encubado y crianza en barricas de carballo durante 10 meses con un 20 % de barrica nueva. Con los años he ido madurando un poco más hasta los 12,5 % de alcohol para evitar verdores y ganar en sustancia”.
Antes de despedirnos Emilio me anuncia otro nuevo proyecto: un musical que le unirá a Antonio Banderas, 'Godspell', la adaptación de la obra de Broadway que se estrenará en el Teatro Soho de Málaga la próxima temporada. Nos abrazamos y le veo alejarse bajo la lluvia persistente y un cielo gris de Madrid que bien pudieran haber llegado de Asturias o de Galicia. Colgado de ese cielo, en el teclear de su lluvia, resuenan los versos de un precioso poema de Walt Withman, “No te detengas”: “No dejes que termine el día sin haber crecido un poco/ sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños./ No te dejes vencer por el desaliento/ No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte/ que es casi un deber./ No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario./ No dejes de creer que las palabras y la poesía sí pueden cambiar el mundo”.
Palabra de vino.