Una enfermera del Centro Penitenciario de Huelva no se lleva bien con uno de sus compañeros y decide supuestamente envenenarle. Él es el supervisor de la farmacia y ella quiere su puesto. Le pone metadona y diazepam en la comida, con lo que acaba en el hospital. Un proceso que se repite dos meses después y regresan los vértigos y los mareos.
Dos días más tarde, la enfermera envenena las lentejas y el atún con tomate de otros dos compañeros y poco después, lo mezcla con el café y la leche de la sala común de la enfermería de la prisión. Su objetivo era un compañero, pero si para conseguir su objetivo tenía que intoxicar a otros 6 o 7 compañeros, no le resultaba un impedimento.
Ante la presentación de síntomas de todos, los sanitarios sospechas, comienzan a investigar y se realizan un test antidroga que da positivo en metadona, son conscientes de que han sido envenenados y creen saber por quién.
Una auténtica historia que podría ser el guion de una película, pero que es la realidad que han vivido los sanitarios de la prisión de Huelva ante la ambición de María Elena, una enfermera que quería ser supervisora de farmacia y estaba dispuesta a conseguirlo a cualquier precio.
Ante las sospechas, los 7 compañeros afectados por las lentejas envenenadas de María Elena se pusieron en contacto con el Instituto de Penitenciarias de Madrid para que investigara el caso y la enfermera fue trasladada a la prisión de Sevilla al demostrarse su supuesta implicación. Una prisión que no ha llegado a pisar, ya que le han concedido una baja médica. Por dicho delitos, se enfrenta a una petición de seis años y medio por un delito contra la salud pública y cuatro años más por cada uno de los 8 delitos de lesiones a sus compañeros.
Además, María Elena ha vuelto a ser detenida recientemente tras haberse la acuasado de la falsificar supuestamente hasta 60 recetas médicas. Ella misma habría podido haber fabricado un sello para llevar a cabo el nuevo fraude.