Denuncian a un sacerdote de Getafe por acoso sexual: “Me agarraba por detrás y no paraba de besarme”

Diana, supuesta víctima: “Quiero que no le pase a nadie más”
Diana puede demostrar en palabras del padre Óscar lo que el sacerdote sentía por ella
El sacerdote le tenía alquilada una habitación por 250€ al mes
El padre Óscar de Getafe acogía con la intención de hacer una buena obra social a Diana, una feligresa en situación irregular, que no esperaba tener que salir corriendo de esa casa al sentirse acosada por un hombre de la iglesia.
Diana estaba atravesando un momento complicado en su vida y aceptó vivir en la casa del padre Óscar, un sacerdote de Getafe que alquila una habitación en su casa por tan solo 250€. Una invitación que estaba unida a un montón de ayudas y gestos de amabilidad del cura.
Diana, la supuesta víctima, no sabía cómo pagarle al párroco todo lo que estaba haciendo por ella y decidió ayudar en la casa, pero el párroco comenzó a mostrarse demasiado agradecido con ella. No paraba de darle besos y abrazos, le agarra incluso de la mano por la calle y ella pensó que esa no era una situación normal y decidió abandonar la vivienda.
Tras marcharse de la casa parroquial, el cura continuó mandándole mensajes de texto cada vez más subidos de tono, mensajes en el que le dice que no sabe cómo ha podido contenerse y no hacer nada más con ella. Ella lo ha hecho público para evitar que le pueda suceder a cualquier otra mujer y ha conectado en directo con Joaquín Prat para darnos su testimonio
“Él se ofrece en plan de ayuda y no quiere recibir dinero… Yo me sentí en la necesidad de ayudar en las tareas domésticas y estar pendiente de mi salud… él constantemente se acercaba me daba besos, me hablaba mucho del amor de Dios, de la felicidad de que sentía cuando yo estaba con él en la casa… que estaba agradecido por mi ayuda y que no me iba a echar de casa nunca”, ha asegurado Diana que comenzó a darse cuenta de que algo pasaba “No es normal que un sacerdote te agarre por detrás, te de besos… Me cogía la cara cuando me iba a hablar y dije, esto no puede ser “tengo que irme”. Pero a nadie le contesté que me sentí acosada porque me daba vergüenza”.
Diana le siguió escribiendo tras marcharse de casa, para que su amiga pudiera creer sus motivos para marcharse de la casa y él comenzó a subir de tono sus mensajes y ha hacer insinuaciones más claras sobre su deseo sexual hacía ella.

