Nadie está preparado para recibir un diagnóstico de cáncer, sientes como si hubieses perdido el control de tu vida. La enfermedad paraliza y desarma en un inicio, pero después se descubre que es posible convivir con el cáncer de mama, se tiende a pensar que las cosas no son ‘tan difíciles’. Es entonces cuando se toman las riendas, y en función de las particularidades y situación de cada una, la persona adapta la enfermedad a su vida y viceversa.
A las preocupaciones normales como joven adulto se suman las de su salud en una etapa en la que el proyecto vital es clave. Los estudios, el trabajo y las relaciones sociales tienen que pararse o adaptarse para dar prioridad a la vida. La pérdida de salud se convierte en algo que no entraba en el horizonte de esa joven adulta. La adolescencia y primera juventud es un proceso evolutivo de construcción y esta identidad en proceso se ve golpeada. Ser comprensivo el entorno y las instituciones con sus estudios, facilitar oportunidades junto a los tratamientos de continuar con su vida, aunque sea a cámara lenta es un reto que tiene que estar en la sociedad.
El trabajo se encamina, la pareja se estabiliza, surgen planes de boda, la opción de ser madre. El crecimiento profesional también se ve afectado, cada persona tiene sus planes y depende de cada estadio detectado, los tratamientos propuestos, el curso del tiempo es alterado en diferentes medidas. Lo importante son las redes de apoyo, la tolerancia a la frustración -propia y del entorno-, la solidez de la relaciones, hay parejas que no lo resisten. Así como la posible menopausia temprana.
Es la edad de plenitud de la mujer, empieza a sembrar camino y a tener sus pilares en marcha. Cuando viene la enfermedad, se siente ‘frenada en seco’, y poner a salvo su vida no es solo cosa suya. Necesita cooperación del entorno, apoyos reales y que se pueda dedicar a los tratamientos sin los temores añadidos de perder el trabajo, a la pareja o morir tempranamente para sus hijos aun pequeños.
Suelen sumarse además otras comorbilidades, artrosis, colesterol, hipertensión, y esta mujer no suele estar acostumbrada a cuidarse. Justo ahora se estaba planteando una vida más tranquila, con los hijos ya algo mayores.
Con la jubilación a la vuelta de la esquina, se puede viajar, ser abuela a ratos, disfrutar de las aficiones con más tiempo... Pero viene una enfermedad que te hace sentir más vulnerable por cuestión de edad. Sin embargo, ahora más que nunca, la mujer tiene que darse prioridad aunque sea una novedad para ella.
A partir de esta edad adaptar los tratamientos es muy importante. Hay que escuchar a estas mujeres con el mismo interés y curiosidad que si tuvieran 20 años.
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