Si hay una persona que pasó por todos los estados emocionales en el partido entre Croacia y España ese fue Luis Enrique. El seleccionador ha sido uno de los más cuestionados desde que dio la lista hasta pasar de grupos. Con la victoria el cava se descorchó como viene él utilizando, pero hasta llegar aquí no fue un camino de rosas y el asturiano sufrió en el banquillo.
Con el gol en propia de Unai Simón se sentó en su asiento y botella en mano no se lo podía creer, pero eso solo fueron segundo y salió enseguida a la banda a dar órdenes y a insuflar ánimo a sus jugadores. La intensidad no le abandonó en ningún momento y se desgañitó.
"Formo parte de un grupo de 24 jugadores y más de treinta trabajadores en el staff que, es un topicazo decirlo, pero es una familia. Nos han pasado muchas cosas no positivas que hemos sabido solventar. El espíritu que se vive dentro es de mucha ilusión, de ayudaros y mejorar. Cuando la palabra ego se aparta aparece equipo y es una maravilla formar parte de él. Somos un equipo con muchas ganas de representar a España", dijo Luis Enrique tras el encuentro.
Solo había que ver cómo celebraba los goles para saber cómo estaba viviendo el encuentro. El empata a uno fue una liberación y con el resto ya comenzó a disfrutar. La euforia se desató con el tanto de Morata, su apuesta personal durante el torneo.
"No somos una selección que dependa de un jugador para marcar goles. No conozco a un entrenador que no admire a Morata,Morata que es un jugador que domina el juego aéreo, tiene gol, potencia física … Tenemos que valorar mucho lo que significa tenerlo en la selección y que sea español", se enorgulleció.
Con el gol de Oyarzabal ya la alegría se desbordó y comenzó a celebrarlo con la afición y su familia que se encontraba en la grada.