Sufriendo y con el agua al cuello, pero Inglaterra ya tiene lo que quería. Los de Gareth Southgate jugarán la final de 'su' Eurocopa ante Italia el próximo domingo en Wembley (21:00 horas, Telecinco) después de derrotar a Dinamarca en la prórroga. Los goles los pusieron Harry Kane y Kjaer en propia puerta para los locales y Damsgaard para los pupilos de Kasper Hjulmand.
Dinamarca e Inglaterra buscaban la final de un gran torneo por segunda vez en su historia. Ambos tienen un único gran título en sus vitrinas (la Eurocopa 1992 de los daneses y el Mundial 1966 de los ingleses) y querían recompensar a sus aficionados décadas de espera. Los Three Lions estaban especialmente exigidos ante una selección claramente menor en lo que a nombres se refiere... y eso pesó mucho al inicio.
Dinamarca, sin embargo, no se achantó ni ante las 60.000 almas presentes en Wembley ni ante el favoritismo de los ingleses. Una vez pasados los primeros minutos de tanteo los daneses consiguieron crear peligro a base de contraataques con Dolberg y Braithwaite como punta de lanza. La tuvo Sterling tras un centro de Harry Kane al que no llegó por un centímetro, pero fue de lo poco que propuso en el inicio una Inglaterra sobrepasada por la situación.
Sin puntería pero llevando el '¡UY!' en cada intentona, Dinamarca fue haciéndose con el control del juego. Inglaterra, desdibujada, veía que la mecha de la dinamita cada vez se acortaba más... hasta que explotó. Golazo espectacular de Damsgaard de falta directa con un chut duro y pegado al larguero que dejó helada a la afición británica. Es cierto que el cuero entró algo centrado y que Pickford pudo hacer algo más, pero el mérito sin duda fue del futbolista de la Sampdoria.
Lejos de quedarse en la lona, Inglaterra se levantó y devolvió el golpe. Primero la tuvo Sterling absolutamente solo ante Kasper Schmeichel, pero disparó al muñeco y salvó el guardameta del Leicester. Acto seguido, sin embargo, el danés no pudo hacer nada cuando Kjaer introdujo el balón en su propia portería tras una buena jugada por parte derecha.
Punto de inflexión. De la Dinamarca con descaro y dominante no quedaba ni rastro e Inglaterra comenzó a apretar con una intensidad brutal y un Harry Kane iluminado como mediapunta. "Esta es nuestra Eurocopa", parecían susurrar los Three Lions en cada jugada mientras su público rugía con cada internada. El segundo estaba al caer cuando los daneses abrazaron el descanso como si de un viejo amigo se tratase.
Los vestuarios actuaron como estabilizador y volvieron a equilibrar el partido. Ninguno de los dos púgiles conseguía conectar un directo, pero se repartían el dominio y las ocasiones. La tuvo Braithwaite y la tuvo Maguire, pero la primera acabó en fuera de juego y la segunda encontró una respuesta tremenda de Schmeichel.
Con el paso de los minutos tanto Inglaterra como Dinamarca fueron sacando la bandera blanca en busca de una prórroga que parecía inevitable. Ninguno quería perder al final lo que tanto había costado lograr y firmaron un pacto de no agresión momentáneo que ambos cumplieron a rajatabla. En la prórroga, por supuesto, todo eso quedó en papel mojado.
No habían pasado ni cinco minutos cuando Harry Kane se quedó solo ante Schmeichel, que volvió a sacar una mano milagrosa que le confirmaba como uno de los mejores del partido. Acto seguido, disparo de Grealish que volvió a repeler el guardameta danés.
Schmeichel parecía imbatible. Por arriba, por abajo, de cabeza, desde fuera del área... el partido del portero del Leicester era para enmarcarlo al lado de las grandes noches de su padre, campeón de Europa con Dinamarca en 1992. Tanto fue así que Kane necesitó un rebote para transformar el 'penaltito' que había decretado el colegiado tras un ligero contacto dentro del área sobre Sterling. Schmeichel detuvo la pena máxima, pero el cuero le volvió a caer al capitán inglés para ejecutar a los daneses.
Inglaterra solo ha jugado una final en toda su historia. Por fin, 55 años después del Mundial que levantaron en 1966, los inventores del fútbol vuelven al lugar que siempre se le ha presupuesto pero que pocas veces ha ocupado. Italia es, por tanto, el último obstáculo entre los Three Lions y la historia.