Una escopeta, insultos diarios y hasta diez intentos de atropello: el conflicto vecinal que llevan viviendo María y su hija desde hace más de 20 años

María y su hija Deborah llevan 20 años viviendo con miedo de salir a la calle. Sufren día sí y día también por los insultos y las amenazas que les lanzan sus vecinos, una mujer y su hijo con discapacidad.

El conflicto vecinal comenzó cuando María denunció una noche de agosto que el hijo disparó con una escopeta a un grupo de jóvenes. Hubo una redada policial, le confiscaron el arma pero todo quedó ahí y no se produjeron detenciones. Sin embargo, comenzó una tragedia con la que todavía siguen conviviendo a escasos metros de su casa en Son Ferrer (Mallorca).

El origen de la tragedia

Según ha contado en 'TardeAR', a María no le perdonaron que denunciase los hechos que vio. Sus vecinos comenzaron así a amenazar a a su hija, que también tiene discapacidad. "Lanzan insultos hacia mi hija, hemos vivido varios intentos de atropello, vejaciones, malos tratos...", denuncia. El próximo 10 de diciembre se van a ver las caras en los juzgados, aunque piden que las administraciones les escuchen para protegerlas porque actualmente siguen sin ningún tipo de defensa cuando salen de su casa.

"Yo entiendo su discapacidad, pero si está sin medicar y sin diagnosticar y no podemos vivir más ese calvario", añade.

Diez intentos de atropello

Deborah también ha contado su sufrimiento. Relata que ha vivido ya 10 intentos de atropello y que "ella [su vecina] puede hacer lo que le dé la gana".

'TardeAR' también ha podido saber qué piensan las vecinas conflictivas sobre todo lo que cuentan María y su hija. "Todo lo que cuentan es mentira, gente que ha denunciado a la señora y hemos ganado siempre", han compartido. "Quise llegar a una solución y la que no quiso fue ella", añade.

Piden que las administraciones las protejan

Según cuentan, el hijo de la vecina se dirige hacia Deborah llamándola "puta". "La madre es una cobarde, le echa la culpa al hijo porque sabe que tiene discapacidad y a lo mejor se salva con eso", asegura María.

En definitiva, el conflicto vecinal parece ser que no termina ni aún con la celebración de juicios. Desean que algún día exista protección para ellas y que puedan llevar una vida tranquila en su propia casa, ya que los amenazadores se encuentran al otro lado del tabique.